jueves, 11 de diciembre de 2014

SKANDERBEG Y VLAD EL EMPALADOR.



El águila y el dragón. El guerrero albanés y el Empalador valaco. Ambos fueron rehenes en la corte otomana. Ambos combatieron al turco hasta el límite de sus propias fuerzas. Y la pregunta surge de inmediato ¿se conocieron personalmente?, ¿lucharon juntos contra la amenazadora Media Luna?. 

Sin duda alguna causa cierto placer imaginar a ambos paladines uniendo fuerzas para expulsar a los turcos de vuelta al otro lado del Bósforo. Algún autor ha dejado volar libremente su pluma, para contarnos las peripecias de los dos jóvenes compartiendo vivencias en territorio turco. 

"En Egrigoz conoció a otro joven llamado George Costriful de Kruja (Jorge Castriota), príncipe de Albania, que se encontraba en la misma situación que Vlad y que más tarde fue el héroe más conocido de su país debido a las duras batallas que libró contra los turcos, por lo cual fue sobrenombrado Skanderbeg (Alejandro Macedón en turco). El joven Vlad, junto a su amigo albanés George, fueron elegidos por el sultán Murad II como acompañantes del entonces joven Mehmed o Mahommed, a quien más tarde se le conocería como  el Conquistador de Constantinopla. Juntos los jóvenes aprendieron filosofía, ciencias exactas, los idiomas turco, griego y hebreo".
Tereza Shelaru. "Drácula, el hijo del Dragón. 

Sentimos decepcionar a los espíritus más románticos, pero este encuentro nunca aconteció. Jorge Castriotra nació en 1405, antes de 1442 ya comandaba un ala de caballería pesada en el ejército turco y en 1443, aprovechando la victoria de un ejército cristiano comandado por Janos Hunyadi sobre los turcos en la Batalla de Nis, desertó de las tropas otomanas, y volvió a Albania para dirigir un levantamiento armado contra el invasor. 

Vlad III, el voivoda de Valaquia, hijo de Vlad II, nació en Sighisoara en una fecha próxima a 1431 y se estipula que su llegada al territorio turco ocurrió en 1444, cuando Skanderbeg ya la había abandonado. Aunque la fecha no fuese la correcta, Vlad llegó a Asia Menor siendo un niño, y para ese momento, Castriota era ya un guerrero curtido. 

Si es cierto que ambos combatieron al Turco durante la misma época. Castriota entre 1444 y 1468, y Vlad entre 1448 y 1476. Éste último con algunos paréntesis eventuales, como los años que estuvo vagando en busca de aliados o el largo periodo que pasó como prisionero (invitado) del rey Matías de Hungría. 

Ralf Peter Martín, autor de una de las mejores biografías históricas sobre "el Empalador", habla (mejor dicho escribe) sobre la admiración que el joven dragón sentía por el veterano caballero del águila. Y no es de extrañar, pues durante dos décadas, Skanderbeg y sus albaneses (con eventuales ayudas de los venecianos) lograron mantener a raya al Imperio turco otomano.

"Este hombre, que en otros tiempos había recibido el nombre de Jorge Castriota y había sido bautizado como cristiano, pasó a ser durante veinticinco años un problema para los turcos y un aliado de Vlad Draculea. ¿Acaso podemos afirmar que se habían conocido? Castriota tenía cuarenta años, Vlad Draculea doce, Algo puede inducirnos a creer que sí se conocían, y es el hecho de que el joven había tomado al mayor como modelo".
Ralf Peter Martin. "Los Drácula". 

A pesar de todo no existe evidencia documental que recoja ni alianzas, ni colaboraciones entre ambos caudillos cristianos. En el Museo Skanderbeg de Krujë, se conservan numerosas cartas y documentos intercambiados entre Skanderbeg y diferentes cortes europeas; República de Ragusa, Duques de Milán, Venecia, el Papado o la Corona de Aragón (el albanés fue vasallo de Alfonso V), pero ni rastro de ninguna misiva del Empalador. (También es posible, siendo malpensados, que los celosos estudiosos albaneses no quisieran que su héroe nacional tuviese ningún tipo de relación con un personaje como Vlad, con tan mala fama).

Skanderbeg y Vlad III combatieron a su manera contra el Islam, y junto a Janos Hunyadi y Esteban de Moldavia, fueron los azotes cristianos de la Sublime Puerta. Ambos vivieron una Edad Media un tanto alejada de nuestro Occidente, sus respectivas patrias fueron tierra de frontera entre el Cristianismo y el Islam, entre las rivalidades económicas, sociales y políticas, dos piezas en un enorme tablero. Skanderbeg nunca quiso ser moneda de cambio. En circunstancias similares (salvando las distancias) Vlad cambió varias veces de compañero de cama. Como estratega y guerrero, el albanés fue superior...otra cosa es la capacidad de generar terror y leyendas, ahí el Dragón fue insuperable......


domingo, 30 de noviembre de 2014

BUDA CAPITAL DEL REINO DE HUNGRÍA



La ciudad de Buda, situada en una colina a orillas del Danubio frente a la moderna Pest, creció alrededor del castillo y de la Iglesia de Matías a partir del siglo XIII. Su excelente posición estratégica, a 60 metros sobre el río y sus recursos naturales la convirtieron en un enclave muy apreciado por sus primeros pobladores.


En el siglo XIII y una vez pasado el peligro mongol, el rey constructor Bela IV decidió fortificar la colina, construyendo un castillo y estableciendo aquí la capital del Reino de Hungría. Hasta este momento, la Dinastía Arpad, la familia que había ostentado la corona durante los primeros siglos, gobernaba el Reino desde otras ciudades, como Visegrad o Szekesfehervar. Aunque no se sabe con certeza donde se situaba el palacio de Bela IV, se piensa que pudo estar cerca del solar de la Iglesia de Matías, y desde 1361 se convirtió en la capital del Reino de Hungría. El emperador Segismundo de Luxemburgo mandó construir un palacio gótico que se convirtió en el germen del complejo palaciego que podemos ver en la actualidad.



Durante el reinado del rey Matías, siglo XV, Buda experimentó una importante evolución, y se convirtió en una de las ciudades más señoriales del Viejo Continente antes de decaer durante el dominio de los turcos. Tras la recuperación por parte de los Cristianos, Buda fue sufriendo continuos avatares hasta acabar prácticamente destruida al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Desde esa fecha, y hasta hoy, la reconstrucción le ha devuelto el esplendor perdido.

lunes, 24 de noviembre de 2014

HUNYADI, EL CUERVO Y EL ESCUDO FAMILIAR.



Janos Hunyadi fue uno de los más brillantes militares durante la convulsa Baja Edad Media. Enfrentó a otomanos y husitas, y a pesar de puntuales derrotas, fueron más sonadas sus victorias. Pero además supo relacionarse bien con la realeza de la época, llegando a convertirse en regente de Hungría, el último baluarte católico frente a las hordas de infieles. Y tan bien debió hacerlo, que sin ser de noble cuna, ni tener sangre azul, su propio hijo Matías, fue coronado rey de Hungría.

Escudo de Matías en Visegrad.
A Matias se la conocía como Corvino, es decir, "el Cuervo", y precisamente un cuervo aparece en el escudo familiar. Un escudo que es fácil encontrar a muchos rincones del país magiar. Una leyenda cuenta como esta ave, considerada de mal agüero, se convirtió en el blasón de todo un rey.


Los orígenes familiares de Janos Hunyadi nunca han estado muy claros. Posiblemente su padre fue un noble valaco que recibió del rey húngaro Segismundo, las tierras de Huneodara, en Transilvania. Pero una leyenda maliciosa, susurra al oido de chismosas y alcahuetas, que el verdadero padre de Janos Hunyadi fue el propio Segismundo, prendado de la belleza (y artes amatorias) de Erzsébet Morzsinni.

Escudo en el interior de la Iglesia de Matías en Budapest.
El rey hizo la promesa de ocuparse del pequeño Janos y como muestra del compromiso, entregó un anillo a Erzsébet. Madre e hijo abandonaron la crote regia y como durante el camino el pequeño no paraba de llorar, su amorosa madre la prestó el anillo para que jugara con él. La mala suerte, o tal vez la buena fortuna, quizo que un cuervo pasase por allí y arrebatase la sortija al infante.


Con apenas seis años de edad, Janos tomó arco y flechas, y tras varias ráfagas, consiguió recuperar el anillo, sin siquiera herir al animal. Los cronistas denominaron "Corvino" a su hijo Matías en referencia a este episodio, y el Cuervo se convirtió en el blasón familiar.

El cuervo y el anillo en Szekesfehervar

La parte más inverosímil de toda esta leyenda es esa supuesta paternidad de Segismundo, una patraña inventada quizás por escribas y aduladores de Matías, con el propósito de justificar la ascendencia regia de Matias y legitimar su asiento en el trono de Hungría.  

viernes, 24 de octubre de 2014

VLAD III, EL DRÁCULA HISTÓRICO.



Vlad III fue un hombre de frontera típico de su tiempo, con enemigos por todos lados (húngaros, sajones, turcos), con los que se aliaba o se enfrentaba según el momento y la necesidad, un personaje trágico víctima del contexto geopolítico del momento y de su propio temperamento. Para muchos Vlad III sirvió de inspiración a Bram Stoker para su inmortal conde Drácula, y, aunque no faltan especialistas que ponen en duda esta relación, en el imaginario popular contemporáneo ambos personajes, el voivoda y el vampiro, son las dos caras de una misma moneda.



Un joven Vlad, como muchos hijos de vasallos cristianos de los otomanos, pasó parte de su juventud en la corte turca como rehén, un tiempo que aprovechó para aprender las formas de combatir y los métodos de tortura orientales (¿incluso pudo acercarse a la fe islámica?). A la muerte de su padre, Vlad II, regresó a su tierra, Valaquia, y con apoyo del turco se proclamó voivoda (un título principesco).



En un época turbulenta, aceptar la ayuda de los turcos significaba ganarse enemigos entre los Cristianos, y la actitud de Vlad consiguió enojar a uno de los hombres más poderosos en la Europa Central del momento, Janos Hunyadi, regente del reino húngaro y experimentado hombre de armas. Hunyadi, antiguo aliado que ordenó el asesinato del padre de Vlad no tardó en unir las fuerzas necesarias para expulsar a Vlad del trono. Su primer intento de reinado tan solo duró unos pocos meses.



Durante unos años el Empalador anduvo vagando por Europa Central buscando apoyos para recuperar el poder perdido. Mantuvo contactos con su primo Esteban el Grande de Moldavia y terminó recalando en la corte de Hunyadi, que impresionado por el conocimiento que tenía sobre el mundo turco, decidió perdonarlo y convertirlo en su aliado. El inteligente Hunyadi sabía que tarde o temprano podía serle útil. En ese sentido Vlad III "el Empalador" fue la mayor parte de su vida un peón en una enorme partida de ajedrez que se estaba jugando en el Corazón de Europa.



En 1456 Vlad volvió a sentarse en el trono de Valaquia, esta vez como candidato húngaro. Las alianzas se habían volteado, ahora el peligro venía de Oriente, a los turcos no gustó esta "traición" de su antiguo protegido y vasallo. Para conservar su poder no dudó en poner en marcha una serie de medidas brutales (posiblemente exageradas por sus enemigos) que le granjearon pasar a la historia con el pseudónimo de "el Empalador", su método de ejecución favorito. Decenas de panfletos llenaron Europa con las atrocidades perpetradas por el príncipe valaco, de la misma manera que hoy inundan Internet, por ese motivo no vamos a extendernos sobre ellas.



Una vez consolidado el poder, tras eliminar a buena parte de los boyardos (nobleza) y otros grupos "indeseables", Vlad comenzó a ampliar sus miras y se alió con Matías Corvino, hijo de Hunyadi y Rey de Hungría. Dejó de pagar tributo a los turcos y protagonizó una serie de acciones bélicas contra ellos, y aunque obtuvo algunas victorias, éstas no fueron definitivas. Como militar, Vlad Tepesh nunca estuvo a la altura de otros paladines de su tiempo que también combatieron contra los turcos, como el propio Hunyadi, Esteban de Moldavia o el albanés Skanderbeg (no obstante es el más conocido de todos, y el único que ha alcanzado la inmortalidad). Sin menospreciar la pasión y la voluntad del voivoda, Valaquia no disponía de recursos suficientes para sostener una larga guerra con el Imperio Otomano, y tras conquistar brillantemente Constantinopla, Mehmet II, lanzó toda la potencia de su ejército contra Vlad, al que nuevamente obligo a huir de su patria, sentando en el trono a Radu "el Hermoso", hermano del Empalador, que también había sido rehén en Turquía.



Una vez más los amigos le abandonaban y sus enemigos de multiplicaban. Nuevamente Vlad estaba sólo. Los boyardos, su propia gente, le tendió una trampa, y una carta falsificada hizo que Matías Corvino encarcelase a Vlad. La fortaleza de Visegrad, en una curva del Danubio, y alguna casa palaciega de Pest (frente a la colina de Buda, al otro lado del Danubio) fueron hogares de Vlad, durante su estancia en Hungría. Al igual que su padre, Matías sabía que tarde o temprano el carácter del valaco podría resultarle útil.



Y ese día llegó. Matías Corvino ofreció a Vlad la mano de una mujer de su familia (prima, hermana, sobrina) y la libertad. Presto, con ayuda de Esteban de Moldavia, Vlad regresó a Valaquia y a golpe de espada consiguió alcanzar el poder por tercera vez en su vida. Matías utilizó al voivoda (más temperamental y desesperado que él mismo) para armarlo y lanzarlo contra sus enemigos (como siglos atrás hicieron los romanos con los germanos, o los bizantinos con los húngaros).



Pero con enemigos a ambos lados de la frontera, la suerte de Vlad estaba echada. Una lluviosa noche de invierno de 1476, los boyardos (siempre los boyardos) permitieron que un ejército turco penetrase en Valaquia, y en el choque que se produjo entre estos, y los últimos hombres fieles a Vlad, el que llegaría a ser conocido como Drácula, murió defendiendo su tierra y su vida.



El cuerpo de Vlad fue decapitado y su cabeza enviada a Constantinopla donde fue expuesta como trofeo. El monasterio de Snagov, en un lago cercano a Bucarest, es el lugar donde fue enterrado el Príncipe de Valaquia. Pero la supuesta tumba está vacía. Y a partir de aquí todo aparece cubierto por las brumas de la leyenda.




jueves, 9 de octubre de 2014

ÁLMOS, PRÍNCIPE DE LOS MAGIARES



Los magiares habían sido conducidos hasta Europa por Álmos, un carismático líder religioso que por propia voluntad fue sacrificado antes de franquear los imponentes Cárpatos. Al parecer este sacrificio ritual está relacionado con el cargo que ocupaba en la tribu, denominado Kende. Su sangre derramada y ofrendada a los dioses aseguraba el éxito de la coquista. Su hijo y sucesor fue Arpad, el caudillo que condujo a los magiares hasta la Llanura Panónica. Según una leyenda, recogida por Simón de Keza, el nacimiento de Almos vino precedido de una visita que el Ave Turul realizó durante un sueño a su madre Emesa, la esposa del príncipe Ügyeko. En el sueño Emesa queda embarazada de Turul y la mítica ave había asegurado grandes éxitos a Almos y su estirpe, y predijo que sería el antepasado de grandes reyes.


martes, 16 de septiembre de 2014

SKANDERBEG



Jorge Castriota, de familia noble albanesa pasó parte de su juventud en la corte otomana como rehén, aprendiendo el oficio de la guerra, abrazando el Islam y luchando para la Sublime Puerta. Su habilidad en el campo de batalla le valió el título de "Iskender bey" o "Príncipe Alejandro" por comparación con el Magno, en albanés Skanderbeg o Skenderbeu. Regresó a Albania, renegó de la Media Luna, se puso al frente de un grupo de príncipes y ciudades y dedicó su vida a mantener la independencia de Albania frente al Imperio Otomano.




Ni el sultán Murat II, ni su hijo Mehmet II, el Conquistador de Constantinopla, pudieron doblegarle. Guerrero del águila, espada de la Cristiandad, Atleta de Cristo y Caballero admirado en toda Europa (por amigos, por enemigos). Hábil diplomático, estrechó lazos con Venecia y con Ragusa, contactó con Milán, se acercó al Papa, forjó alianza con Alfonso V de Aragón, y prácticamente todas las cortes de Europa recibieron sus misivas y a sus embajadores. Con Janos Hunyadi, Esteban de Moldavia y Vlad III Dracul, martillo de los turcos. Eficiente jinete y excelente estratega, su defensa móvil frustró una y otra vez las acometidas otomanas, retrasando, la menos hasta su muerte, la inevitable conquista y dominio turco sobre Albania. Hoy en día se le considera héroe (y casi fundador) de su país.


Skanderbeg fue durante toda su vida un guerrero, un hombre de acción. No destacó como fundador de ciudades, ni por sentar las bases de un estado, ni nada parecido. Bien es cierto que la ocasión no era era propicia para crear una entidad estatal. En esos tiempos sólo había una prioridad; sobrevivir hoy, para seguir combatiendo mañana. No obstante, el nacionalismo romántico del siglo XIX y el nuevo estado independiente albanés de principios del XX lo convirtieron en un símbolo patrio. Enver Hoxha, hizo el resto, elevando a Skanderbeg a la consideración de Padre de la Patria. 

domingo, 1 de junio de 2014

LAS MURALLAS DE DUBROVNIK



La República de Ragusa (actual Dubrovnik) fue uno de los más potentes estados del Mediterráneo Central durante la Edad Media y la única ciudad adriática que pudo resistir el avance veneciano en aquellas costas. Uno de los principales factores que contribuyeron a conservar su autonomía hasta época napoleónica fue su imponente entramado defensivo, formado por torreones, baluartes, fuertes y una muralla que rodea (y cierra) completamente el núcleo urbano.  



En el siglo XII se erigieron las murallas de la ciudad, en croata Dubrovacke gradske, construidas con roca caliza, alrededor de la ciudad nueva, para intentar protegerse y defenderse de las amenazas llegadas tanto de Oriente como de Occidente. Numerosas adiciones y fortificaciones, su construcción se prolongó hasta el siglo XVII, han hecho de estas murallas medievales de las mejor conservadas de Europa. Como si de una auténtico milagro se tratase, después de un pasado turbulento y un durísimo asedio durante los años '90, los orgullosos muros de la ciudad aún permanecen en pie.



Una fortificación jalonada con fortines, bastiones y torreones, que se extiende durante unos dos kilómetros, elevándose hasta los 25 metros de altura. Hoy son centenares de turistas los que tratan de asaltarlos. El cerco de murallas está reforzado por tres torres circulares y catorce cuadrangulares, cinco bastiones, dos grandes y angulares fortificaciones y el Fuerte de San Juan. El foso que rodeaba parte de la ciudad contaba con más de 120 cañones que hacían mucho más férrea y efectiva su defensa. 


A lo largo de su turbulenta historia, muchas han sido las ocasiones en que Ragusa ha dado muestras de lo formidable de sus murallas y de su capacidad para la resistencia. Entre 866 y 867 aguantó quince meses de asedio sarraceno contando con la ayuda de la flota bizantina enviada por Basilio I. En 948 los venecianos intentaron conquistar la ciudad y los ragusanos atribuyeron la victoria a San Blas. También Stefan Nemanja, Gran Príncipe de Raska, fue derrotado en las puertas de Ragusa en 1185, que en esta ocasión contaron con la ayuda de los fieros normandos. En 1205 venecianos y cruzados se aposentaron en Dalmacia y a Ragusa no le quedó más remedio que abrirle sus puertas y en 1451 el poderoso señor de bosnia Stjepan Vukci Kosaca se vio obligado a levantar el sitio. 



Trdava Lovrijenac, o Fuerte de San Lorenzo, situado en una especie de islote frente a la ciudad, para asegurarse la lealtad de la guarnición, ésta, se sustituía cada treinta días, y además únicamente se les proporcionaban víveres para ese tiempo.


Trdava Bokar, defendía una de las puertas principales, la Puerta de Pile. Diseñada en el siglo XV por el arquitecto florentino Michelozzo di Bartolommeo, que fue invitado a Ragusa para dirigir la defensa de la ciudad tras la caída de Constantinopla. El fuerte Bokar está considerado uno de los más hermosos ejemplos de armonía y funcionalidad de la arquitectura defensiva. 


El Fuerte Revellin, exento, protegía y defendía el acceso a la ciudad a través de la Puerta Ploca, y también tiene controlado el puerto. Fue construido en 1462, y diseñado por Antonio Ferramolino, tras la caída de Bosnia y el recrudecimiento de la amenaza otomana. El nombre deriva del término rivelino (revellin) que hace referencia a la obra defensiva construida frente a la puerta de la ciudad. 


La no tan importante entrada norte, Sjeverna gradska vrata, está defendida por la St. James Tower. 


Las murallas marítimas se extienden desde del Fuerte Bokar en el Oeste, y el Fuerte de San Juan en el sur, y la Fortaleza Revelín, y su cometido era defender a la República de Ragusa de los ataques marítimos, especialmente de la marina veneciana. 


Las imponentes murallas terrestres se extienden desde Trdava Bokar hasta el Fuerte Revellin. 


El Fuerte de San Juan - Trdava sv. Ivana - cumplía la función de proteger la entrada del puerto, uno de los lugares más importantes de la ciudad, a través del cual los comerciantes ragusinos controlaban gran parte del Adriático. Consiguió en varias ocasiones evitar el acceso de piratas y otras naves enemigas. 


Tvrdava Minceta, desde el norte ejerce el dominio sobre toda la ciudad, se yergue como una auténtica torre del homenaje, señera y señora de todo el entramado defensivo. Mencetic era la familia propietaria de los terrenos donde se construyó la torre. 


Además de murallas y torres que defendían la ciudad de Dubrovnik, la República de Ragusa, también contaba con núcleos cercanos fortificados, como Ston. La gran muralla de Ston, situada varios kilómetros al norte de la capital ragusina, formaba parte del sistema defensivo de la República. 


sábado, 3 de mayo de 2014

BATALLA DE KOSOVO



El 15 de Junio de 1389, festividad de San Vito, una fecha que siglos después, muchos, aun no han olvidado. Ese día, una coalición de príncipes balcánicos fueron derrotados por el sultán otomano Murad I, en la célebre Batalla de Kosovo.

Los líderes de ambos ejércitos, Lazar de Serbia y Murad I , perdieron la vida en la batalla. Siglos después la Batalla de Kosovo se convirtió en el hito fundacional del creciente nacionalismo serbio, que terminaría derivando en un nuevo conflicto armado, esta vez, contra los albaneses que residían en estas tierras. Más de seiscientos años después, las heridas abiertas en el Campo de los Mirlos, no han terminado de cerrar. 

"La batalla de Kosovo dio lugar a un largo poema épico que para los serbios cobró una importancia literaria similar a la Chanson de Roland para los franceses, aunque a la larga adquirió una carga de significado nacionalista mucho más densa, deviniendo el gran mito romántico serbio de la redención por la derrota, como sería el Once de Septiembre de 1714 o el Álamo por las norteamericanos"
Francisco Veiga.
El turco, diez siglos a
las puertas de Europa.

El problema étnico de Kosovo, muy evidente desde finales del siglo XIX, comenzó en realidad en la Baja Edad Media. Los serbios, que se instalaron en la región entre los siglos VI y VIII, constituyeron entonces la mayoría de su población y alternaron momentos de unidad y de enfrentamientos internos. En cambio, los albaneses, de procedencia posiblemente autóctona, eran menos numerosos, tenían una estructura social mucho más arcaica y fueron pasando de una dominación a otra: primero los romanos, luego los bizantinos y finalmente los turcos. 
 El 28 de junio de 1389, el zar serbio Lazar murió derrotado por el Imperio Otomano en la legendaria batalla de Kosovo Polje, uno de los eventos decisivos en la desaparición del reino medieval de Serbia, que no recuperaría su independencia hasta 1878. Desde entonces, Kosovo se convertiría en el gran mito fundacional del pueblo serbio, unido en la adversidad, el sacrificio y la sangre de aquel campo de batalla. La narración legendaria de aquel combate, de una generación a otra, fue uno de los principales elementos por los que la identidad serbia mantuvo su esencia durante cinco siglos, hasta recuperar su independencia en 1878. Kosovo es por tanto considerada la cuna de esa nación, encontrándose allí los templos más sagrados de la iglesia autocéfala serbia, incluyendo su sede, sita en Péc. Es difícil encontrar en la historia y la psique de ninguna otra nación europea un efecto similar al de Kosovo para los serbios. Kosovo los vincula con un pasado glorioso, heroico y trágico, suponiendo una inspiración permanente para recobrar la independencia en los tiempos de ocupación otomana, motivando al ejército durante las guerras balcánicas de 1912 - 1913 - la victoria de Kumanovo, decisiva en la primera de ellas, se libró bajo el grito de guerra ¡Por Kosovo! -, y sería la clave del resurgimiento nacionalista a finales de la década de 1980.
Y llegó la Barbarie. 
Nacionalismo y juegos de poder
en la destrucción de Yugoslavia.
José Ángel Ruiz Jiménez. 

Unos años antes, los otomanos habían derrotado a serbios y búlgaros en la batalla de Maritza (1371), poco después de haber conquistado la ciudad de Adrianópolis (1369) a la que rebautizaron con el nombre de Edirne. Y en 1389 el príncipe serbio Lazar Hrebeljanovic reunió un ejército para tratar de frenar el avance turco hacia el Corazón de Europa, contando con el apoyo del rey de Bosnia, Tvrtko I y algunos nobles serbios.

El príncipe serbio, antes de iniciar la marcha hacia las llanuras kosovares, lanzó una proclama, que con los siglos se tornó maldición: "Cualquiera que sea serbio de nacimiento y no venga a Kosovo a librar batallas contra los turcos, no le dejéis tener descendencia masculina, ni femenina; no le dejeis que recoja cosecha alguna".

La batalla tuvo lugar en el Campo de los Mirlos, a unos 5 kilómetros de la actual Prístina, y fue terrible. Ambos ejércitos lamentaron cuantiosas bajas, y a día de hoy sigue siendo difícil otorgar la victoria a uno u otro bando, pues en su época, se atribuyó la victoria a uno, a otro, e incluso se consideró un empate.

"En 1389 la batalla de Kosovo señala la colisión de una coalición cristiana contra los otomanos. En ella combatieron codo con codo serbios, bosnios, albaneses, valacos (rumanos) y otros puebos de los Balcanes. Ni un solo albanés se encuentra entre las filas del campo turco; por el contrario una parte del ejército serbio, a las órdenes de Marko Kraljevic, traiciona a los balcánicos y se bate contra los suyos en el bando de los otomanos.

A consecuencia de esa batalla, lejos de verse frenada, la invasión otomana se fortalece. Si los turcos llevan a cabo un repliegue provisional es debido a que son atacados por la espalda por Tamerlán (1400). Pero en el siglo XV reemprenden la ocupación de los Balcanes"
I. Kadare.
Diario de Kosovo.

Los Contingentes.
Murad I, acompañado de sus dos hijos, encabezaba el ejército turco, en el que sobresalia su cuerpo de élite, los jenízaros. Además de auxiliares procedentes de todos los rincones del imperio, contingentes de griegos, búlgaros y serbios, y algunos comandantes cristianos como Constantino Dragas y el Rey Marco, que sumaban un total aproximado de entre 30.000 y 40.000 hombres.


El ejército cristiano tenía en Lazar a su líder, que dirigía un cuerpo de ejército de unos 15.000 serbios, junto con el también noble serbio Vuk Brankovic. Además el rey bosnio Tvrtko I envió a uno de sus mejores comandantes, Vlatko Vukovic, señor del Ducado de Hum, con una fuerza de entre 5000 y 10000 soldados. Además un contingente de caballeros hospitalarios, poseídos por el inefable espíritu de cruzada, formaban parte del ejército de Vukovic, reunidos en torno al caballero croata Juan de Palisna, prior de Vrana. En total unos 15.000 - 30.000 efectivos.

Formaciones.
Murad I dirigía el ejército turco desde el centro de la formación, con su hijo Bayaceto en el flanco derecho, y su hijo Yakub en el izquierdo. El centro de la vanguardia estaba ocupado por los jenízaros, y el frente de las alas cubierto por los arqueros.

El príncipe Lazar dominaba el centro serbio, con Brankovic a la derecha y Vlatko a la izquierda. Al frente la caballería pesada y en los flancos los arqueros a caballo. La infantería quedaba situada en la retaguardia.

Primeros movimientos.
El desarrollo de la batalla no es sencillo de reconstruir, puesto que las narraciones serbias y turcas son diferentes. Se piensa que la delantera la tomó la caballería pesada serbia que cargó en forma de "V" y fue recibida por una lluvia de flechas desde los flancos. Esta primera acción consiguió desbaratar el flanco izquierdo turco (Yakub) y obligó a replegarse al centro otomano. Pero Bayaceto, comandando el flanco derecho, consiguió aguantar esta primera embestida y preparara la reacción.


Contragolpe turco.
Bayaceto, apodado "el rayo" a raíz de su rápida reacción en esta batalla, comandó un demoledor contragolpe, obligando a retroceder a los serbios, y provocnado una carnicería entre la infantería. Ante esta circunstancia, el cuerpo de ejército de Vukovic tuvo que reforzar el centro para compensar las pérdidas.

Traición.
En un momento crítico, Vuk Brankovic, emprendió la retirada, seguido por sus tropas, y dejando al resto de los serbios a merced de los turcos. Mucho se ha especulado sobre los motivos de esta traición; ¿había pactado con Murad traicionar a su señor a cambio de más tierras?, ¿o tal vez, viendo la batalla perdida, decidió poner a salvo a sus hombres?. Solo podemos imaginar las intenciones del caballero serbio.

Muertes.
Poco después de la huida se produjo la captura de Lazar, que fue ejecutado, junto con algunos de sus generales, en el mismo campo de batalla. En plena confusión, el caballero bosnio Vlatko Vukovic, también pudo escapar y poner su vida a salvo, y curiosamente, nadie le acusó de traición, como si sucedió con Brankovic.

A pesar de la victoria, Murad I, tiene el dudoso honor de haber sido el único sultán otomano en morir en batalla. El brazo del caballero serbio Milos Obilic, fue el ejecutor. Las fuentes turcas cuentan que fue al día siguiente de la batalla, mientras el sultán paseaba tranquilamente entre los despojos de ambos ejércitos. Sin embargo, las fuentes cristianas se vanaglorian del acto heroico (y suicida) de Obilic, que llegó al campamento otomano y fue capaz de acabar con la vida del sultán, antes de caer abatido por la guardia personal del sultán.

Una vez muerto el sultán, su hijo Bayaceto ordenó asesinar a su propio hermano, y en medio del tumulto se proclamó nuevo sultán. Su mano férrea y crueldad salvaron la situación y llevaron al ejército turco a la victoria.



En realidad, la Batalla de Kosovo, ni fue la primera que enfrentó a los turcos con los pueblos balcánicos, ni fue tan decisiva, los serbios aguantaron casi medio siglo más su independencia, y por supuesto no abrió definitivamente los Balcanes, a la ocupación otomana, puesto que tras Kosovo, aún debieron seguir combatiendo duramente en la región. Aunque si es cierto, que el Corán comenzaba a ganar la partida a la Biblia.  

domingo, 23 de febrero de 2014

DRÁCULA. EL PRÍNCIPE OSCURO.



En los últimos tiempos, el cine europeo está tomando la delantera a las grandes producciones estadounidenses, al menos en cuanto a originalidad, atrevimiento, enfoque y ambientación, y especialmente en eliminar las insoportables historias de amor metidas con calzador en cualquier película. Al hilo de todo esto, presentamos una entretenida película rumana que lleva por título "Drácula: el Príncipe Oscuro".





Partiendo de una acontecimiento mil veces retratado, tanto en literatura como en el cine, la traición y el enfrentamiento de Drácula con el Dios cristiano, que con fervor defendió en el campo de batalla. Y a partir de ahí se va tejiendo una aventura ambientada en la Edad Media, tiempo de hechiceros, objetos mágicos, supersticiones populares, criaturas maléficas y el irresistible sabor de la sangre.


Como tantas y tantas veces hemos visto, Drácula es un ser atormentado, que intenta sobrevivir entre dos mundos, el físico y de las tinieblas. Un reflejo de la propia esencia del ser humano, su ambivalencia, eterna disyuntiva entre el bien y el mal, la razón y la pasión. 


¿Un ser que ofrece placeres eternos, puede ser encarnación del mal?.


Y al contrario de la mayor parte de las películas de sobre Vlad, nada de empalamientos, ni de juegos políticos, ni de guerras contra los turcos. Únicamente un combate entre el bien y el mal, del que finalmente no saldrán ni vencedores ni vencidos.


Luke Roberts interpreta a un Drácula atípico, cuyos rasgos humanos superan, en ocasiones, el carácter maligno. 


Kelly Wenham, es Elizabeth/Alina, la heroína de la historia. 


John Voight, el famoso Cowboy de Medianoche, da vida a Leonardo Van Helsing, auténtico némesis de Drácula, experto en artes maléficas y ciencias ocultas. 


Lucian (Ben Robson), pícaro ladronzuelo se verá envuelto en una batalla que no esperaba. 


Renfield, ¿amigo, servidor, traidor? Tendrán que ver la película para saberlo. 


Uno de los elementos más sugerentes de la novela de Stoker es su corte de concubinas de las tinieblas. 


El castillo es lugar de deleites eternos para sus habitantes, aunque sus corazones ya no latan. 


Y por supuesto que hay amor en la película, pero no un típico amor cursi americano, sino un amor más real, un amor que transmite más dudas que certezas, un amor más corriente, pero no menos auténtico.