lunes, 28 de diciembre de 2015

SOBRE LA REGIÓN DE TRANSILVANIA POBLADA POR TEUTONES, SÍCULOS Y VALACOS.



La región de Transilvania está situada al otro lado del Danubio y antaño la poblaron los dacos, nación fiera y famosa por las muchas derrotas que infligió a los romanos. En nuestra época habitan en ella tres razas: teutones, sículos y valacos. Los teutones, recios y duchos en la guerra, son originarios de Sajonia y reciben en su lengua la denominación de “sibenburgenses” porque viven en siete ciudades. Los sículos se cree que son los más antiguos de los húngaros, los primeros de todos los que desde la antigua Hungría vinieron a esta comarca. Por esta razón, aunque cultivan los campos con sus propias manos, dedicándose a la agricultura y la ganadería, se les considera pese a todo nobles. Cuando se cruzan se saludan unos a otros llamándose “noble señor” y no pagan tributo salvo el año que se corona el rey de Hungría. Ese años, todos y cada uno de los padres de familia entregan al rey de Hungría. Ese año, todos y cada uno de los padres de familia entregan al rey los bueyes que sean necesarios para contemplar un número que dicen que sube de sesenta mil. En cambio si los ponen en pie de guerra y no obedecen, lo pagan con la pena capital y la confiscación de sus bienes. Los valacos son de estirpe itálica, como poco después explicaremos. Pese a ello, pocos hombres ilustrados hallarás en Transilvania que desconozcan la lengua de los húngaros.
La Europa de mi tiempo.
Eneas Silvio. Siglo XV.


lunes, 14 de diciembre de 2015

VALAQUIA



Valaquia es una región bastante extensa que arranca de Transilvania y llega hasta el Ponto Euxino. Casi toda ella es llana y falta de agua. Su parte meridional la marca el Istro, la septentrional la ocupan los roxolanos, llamados hoy en día rutenos, y hacia el río Dniéster se halla la raza nómada de los escitas que al presente llamamos tártaros. Esta tierra la poblaron antaño los getas, aquellos que pusieron en fuga de modo deshonroso a Darío el hijo de Histapes, capturaron vivo al rey Lisímaco y causaron en Tracia muchas matanzas. Al final, fueron domeñados y destruidos por los ejércitos romanos. Una colonia romana, para que mantuviera a raya a los dacos, se instaló allí bajo el mando de un tal Flaco, por el que vino a llamarse Flaquia. Luego, al correr de los siglos, se corrompió como suele el vocablo y vino a parar en “Valaquia” y en lugar de flacos sus habitantes recibieron el nombre de valacos. La lengua de esta nación es todavía romance, pero muy alterada y apenas inteligible para el nacido en Italia. Hubo por estos tiempos nuestros en Valaquia dos facciones, la de los danos y la de los drágulas. Estos últimos, como eran menos fuertes que los danos, que los maltrataban de mil modos, llamaron en su ayuda a los turcos y con el apoyo de sus ejércitos aplastaron a los danos casi hasta el exterminio. Pero Juan Huniades, contando con el poderío de los húngaros, les prestó apoyo, si bien aquello no fue tanto redimirlos como ganar fama y riquezas ya que, en beneficio propio y de sus herederos tomó posesión a perpetuidad de los campos rescatados del turco. Los valacos pueblan también algunas islas del Istro, entre las que se cuenta Peuce, famosa entre los antiguos, y asimismo tienen asentamientos en Tracia. Parte de Valaquia está sometida a los turcos y parte de los húngaros.
La Europa de mi tiempo.
Eneas Silvio. Siglo XV.


jueves, 10 de diciembre de 2015

EUROPA ¿UN PROYECTO IMPOSIBLE?



Europa (un simple apéndice de la gigantesca Eurasia) es un imposible, un proyecto frustrante, destinado al fracaso. Un aborto, un no nato. El inglés va a lo suyo. El alemán lo quiere todo. El húngaro es húngaro. El belga son dos belgas. El eslavo es muchos eslavos. El francés es francés. Y el español, ni siquiera sabe lo que quiere ser. Los españoles somos una pequeña Europa, dividida en dos bandos antagónicos, inmiscibles e irreconciliables; azules y rojos (transmutados también en morados y naranja), católicos y ateos, monárquicos y republicanos, donde el catalán es catalán, el gallego gallego, y el murciano, murciano, y sentirse español es una rémora del fascismo más trasnochado. Demasiado ego (como cantaba Charli García, un europeo nacido en otro continente). Demasiadas personalidades (cada una con sus propios vaivenes emocionales) para ser integradas en un proyecto común viable. Por no hablar de la Europa extracomunitaria – casi enteramente balcánica – destinada, por desgracia, a un conflicto interminable (otra tierra que jamás conocerá la paz), Serbia, Bosnia i Herzegovina, Montenegro, Albania, Kosovo y Macedonia, y dos potencias (exiguas, agotadas, anquilosadas y enfrentadas) que nunca han tenido muy claro si eran europeas, asiáticas, ambas cosas o ninguna, el gigante ruso y el indefinible otomano.

Ni el Sacro Imperio, ni la Hansa, ni la Unión Europea (heredera de un más práctica y realista CEE) poseyeron nunca la credibilidad suficiente. Muchos intereses particulares, un bien común utópico, una pretendida unión basada en fuerzas centrífugas, comandadas por gerifaltes paletos incapaces de ver más allá de los límites de su feudo (léase coto particular de caza). Son esos mismos que dibujan fronteras con sangre (desterrando la tinta y la palabra) mientras que un pueblo indolente (y acrítico) las cree, las acepta como propias y las defiende a muerte. Un pueblo tan obeso que se volvió impotente, tanta grasa y no se nos levanta. (Ni luchamos, ni fornicamos).

La cacareada Pax Romana devino en torre de Babel, más diversa, más libre, más auténtica. Murió Roma, que había nacido matando, cimentando un imperio sobre cráneos masacrados, destruyó la heterogeneidad e impuso la primera globalización. Murió el emperador y el Papa se sentó en su trono. Los dioses con pasiones humanas, que tenían nombres y apellidos, apetitos y decepciones, sucumbieron ante la luz divina (e impersonal) de un dios todopoderoso. Murió Roma y resucitaron (mejor dicho despertaron) todas las atávicas diferencias entre Septentrión y el Mediterráneo, entre la Gran Llanura y los pequeños valles, entre Poniente y Levante, entre los campesinos y los jinetes nómadas, entre la nobleza y la burguesía. Sobre cuerpos descompuestos y tradiciones olvidadas (e inventadas) fueron surgiendo feudos, reinos, coronas, estados y a partir del siglo XIX, de la mano del Romanticismo, los nacionalismos (racistas, intolerantes y xenófobos). Era necesario encontrar en los libros de historia aquellos elementos que nos hacía diferentes (y mejores) que los vecinos. Si no aparecía, los reinventábamos. La creencia radical, irracional y fanática en esos nacionalismos causó más muertes (y las sigue causando) que cualquiera de las grandes religiones. Entre 1914 y 1945 caminamos al borde del abismo, estuvimos a punto de aniquilarnos. Tras la tempestad llegó la calma, se creo la CEE y como ahora estaba feo el odiarnos (y decirlo), trasladamos las enconadas rivalidades de los campos de batalla a los campos de fútbol. Los hooligans ataviados con pinturas de guerra, enseñas y cánticos, llevan setenta años paseando por la ultramoderna Europa, la creencia vigente (le pese a quien le pese) que ser inglés es mejor que ser alemán, que España fracasó en su intento de invadir el Reino Unido o que los albaneses no apoyaron a los serbios en la celebérrima batalla de Kosovo (1389).


Quien lea esto pensará (con razón) que estoy exagerando, que el futuro no es tan oscuro, que el ser humano es mejor ahora que hace cien años y que el sueño Europeo es factible. Sin embargo, mi esencia nihilista y pesimista (en lo relativo al progreso humano) me hace pensar que lo que nos mantiene unidos, no es la afinidad ni la buena voluntad ni la solidaridad, sino el egoísmo, una pizca de miedo y sobretodo tener el estómago lleno. Solo espero que no volvamos a pasar hambre y sentir en mis carnes que tenía razón.  

miércoles, 2 de diciembre de 2015

SARMIZEGETUSA ULPIA TRAIANA.




Colonia Ulpia Traiana Dacia Sarmizegetusa, situada a los pies de las impresionantes montañas carpáticas, es la ciudad romana, con nombre dacio, por el emperador Trajano. Aquí asentó el hispalense a sus veteranos de la guerra dáciaca, y la convirtió en la capital de la provincia. Trajano nació en Itálica, muy cerca de Sevilla, y fue el primer provinciano en ser proclamado emperador en Roma. Una vez sentado en el trono decidió agrandar el Imperio y acometió la conquista de la agreste tierra de Dacia, a grandes rasgos, la Rumanía actual. Sin tener necesidad de tanto, yo, un chico gaditano, me conformo con seguir algunas de sus huellas por Dacia. 

Trajano cruzó el Danubio al frente de sus legiones, destruyó la fortaleza de Decébalo en los montes Orastie, y robó su nombre. ¡Malditos vencedores!. Ahora su colonia, su nueva fundación se llamaba igual que la principal ciudad de la Dacia. De esta manera en la Rumanía actual conviven las ruinas de dos ciudades llamadas Sarmizegetusa; la capital de Decébalo y la colonia de Trajano.


“Ubicunque vicit Romanus, habitat”, con esta certera afirmación (que la historia pudo convertir en una máxima) Séneca condensó el pilar básico de la romanidad: allí donde los legionarios consiguen la victoria, el romano planta su hogar. Y para transformar una tierra extraña y hostil en hogar construyen ciudades a imagen y semejanza de la Urbs, Roma.


El emperador quiso compensar el gran esfuerzo y los enormes gastos que supusieron la conquista de Dacia, con una rápida, eficas y total asimilación del territorio recién conquistado con una intensa romanización. Estas poblaciones de nueva planta serán el principal vehículo para era integración dentro del mundo cultural latino. “Roma en este territorio se va a caracterizar fundamentalmente por ser el motor impulsor de un proceso urbanístico al estilo mediterráneo sin precedentes en la zona, que no había vivido un fenómeno semejante, salvo por la presencia de algunas ciudades de tradición griega en las inmediaciones del mar Negro” (Bermejo Meléndez y otros; Trajano fundador. El último impulso colonizador del imperio).


El legado de la zona, y primer gobernador de la provincia, Decimus Terentius Scaurianus fundó en el año 106, la Colonia Ulpia Traiana Augusta Dacica Sarmizegetusa, no en la montaña, sino en la llanura, en un estratégico nudo de comunicaciones, asentando en ella a los veteranos de las guerras dácicas. Sarmizegetusa es la única ciudad fundada por Trajano en Dacio, y es en la actualidad la mejor conocida del país. Desde un principio se convirtió en un símbolo de la presencia romana en la región y cuando, con la provincia pacificada, el poder político imperial basculó hacia Apullum, la Colonia empezó a destacar como el centro aglutinador del culto imperial.


El territorio circundante a esta urbe se articulará en pagi – una unidad administrativa que forma parte de una colonia o municipio - y numerosos vici – poblaciones que surgen de forma espontanea, desempeñando un papel decisivo en casi todas las fundaciones posteriores de Roma en Dacia. En ese sentido destaca el desarrollo de la población de Apullum, que terminaría siendo la sede del gobierno provincial, y con la que siempre mantuvo una recurrente rivalidad.


Foro, muralla y anfiteatro, los mismos elementos en todos los rincones del Orbe Mediterráneo, incluso en regiones tan alejadas como esta, al norte del gran río Danubio. Sarmizegetusa con 22'5 hectáreas presenta el típico trazado en torno a dos ejes perpendiculares, el Cardo y el Decumano. Paseando por sus ruinas podemos distinguir claramente dos áreas perfectamente delimitidas, una al estilo del campamento de la legión rodeada por una muralla, y otra que se extiende más allá de los límites que marcan esos muros.


Una vez que hemos pasado por taquilla lo primero que nos encontramos es el anfiteatro que acogía las luchas de gladiadores, sin duda el edificio más espectacular de cuantos se mantienen en pie, con capacidad para cinco mil espectadores. Los juegos circenses eran a la antigua Roma lo que el fútbol a nuestro mundo. 


El complejo lúdico se completa con una escuela de gladiadores y un pequeño templo dedicado a Némesis. De la misma forma que el torero reza en la capilla antes de saltar al coso, el fornido gladiador se arrodilla ante Némesis en los momentos previos al combate.


En la época de las invasiones, mucho tiempo después que Roma se replegara y abandonase Dacia, los habitantes utilizaron el anfiteatro como fuerte para defenderse de las incursiones de los godos, de forma similar a lo que sucedió en los anfiteatros de Arles o de Cartagonova. El resto de edificios de la ciudad, como en tantas ruinas, sirvieron de cantera. Los vecinos venían aquí para hacer provisiones de piedra y sillares para levantar otras construcciones. En esa ocasión la acción humana aceleró el proceso de ruina.


A escasos metros del anfiteatro encontramos un área con tres templos, dedicados a Liper Pater, una divinidad itálica asimilado a Dionisio, protector de las vides, a Esculapio, protector de las artes médicas y la basílica del Templo.


El perímetro de la muralla acoge en su interior un trazado ortogonal que es estructura a partir del cardo y el decumano, y que tiene en el foro su centro neurálgico. Las excavaciones realizadas han permitido probar la existencia de tres foros superpuestos construidos con materiales diferentes: mármol, piedra y madera. Alrededor de este espacio se disponían los edificios típicos: la basílica, la curia, el aerarium, el tabularium y diferentes estancias para los diversos collegia que existían en la población.


El palacio del procurador provincial de la Dacia Apulensis fue uno de los edificios más importantes de Sarmizegetusa. En el edificio se disponían varias diferentes estancias como oficinas, que contaban con un sencillo sistema termal.


En el interior de la muralla se ha podido constatar la existencia de varias domus e insulae, así como hasta unas quince villas en los alrededores del núcleo urbano. Y como en todas las ciudades romanas no podían faltar las omnipresentes termas.


Roma crea un desierto y lo llama paz. Trajano y sus legiones destruyen la capital de Dacia, la auténtica (sagrada y regia) Sarmizegetusa, enclavada en los Cárpatos, y una vez sometida la región, fundó otra Sarmizegetusa, esta vez en la llanura, para regalar un hogar a sus esforzados veteranos. Sarmizegetusa Trajana fue desde su origen el eje principal de la presencia romana en la Dacia, que andando el tiempo devino en elemento imprescindible para la forja de la personalidad y la nacionalidad rumanas.


viernes, 20 de noviembre de 2015

Y FUE DECAPITADO JUNTO A SU TUMBA.



Vlad III de Valaquia, el popular “Empalador” es protagonista de truculentas historias para no dormir, y aunque parezca que esas leyendas son fruto de las morbosas mentes de un atormentado y depauperado siglo XXI, ya circulaban por Europa a mediados del siglo XV. Algunas de ellas en vida del susodicho personaje. Una de esas atrocidades es la cruel ejecución de un rival por el trono, Dan III. 

Corría el año 1460 y Vlad Drácula era voivoda de Valaquia, pero contaba con la fuerte oposición (ganada a pulso) de los sajones de Transilvania y del rey de Hungría Matías Corvino. Los burgueses de Brasov tenían su propio candidato, al que también veía con buenos ojos el monarca húngaro, un miembro del clan danesti llamado para mayor redundancia Dan. Este Dan es conocido por la historiografía rumana como Dan III. Unos y otro dieron apoyo, dinero y armas a este advenedizo pretendiente al trono. 

Dan III esperó la llegada del deshielo para cruzar la frontera e invadir Valaquia. Las experimentadas tropas de Vlad no tuvieron excesivos problemas para desbaratar el ejército asaltante y capturar a su líder. Vlad el Empalador preparó una ejecución digna de la noble cuna de su enemigo. Dan III, como todo aristócrata en sus circunstancias, fue decapitado. Eso sí, después de cavar una tumba y asistir a su propio funeral. 

“Item encarceló al joven Dan e hizo leer el servicio de difuntos por sus sacerdotes; una vez realizado ello, hizo cavar una tumba según la costumbre cristiana y lo decapitó junto a su tumba”. (De un panfleto anónimo alemán de 1463 Geschichte Dracole Waide). 



lunes, 16 de noviembre de 2015

HERMAN II, CONDE DE CELJE.



Herman de Celje (Cillei en húngaro) fue uno de los más firmes aliados del emperador Segismundo de Luxemburgo , además de suegro y consejero. La familia Celje es originaria de Eslovenia, al sur de Maribor, y Herman se ganó la confianza del rey Segismundo después de la batalla de Nicópolis (1396), cuando salvó la vida al Luxemburgo, ayudandolo a abandonar el campo de batalla en una barquita de pescadores, después de sufrir una aplastante derrota frente al turco. Como recompensa Segismundo cedió a Herman el distrito de Varzdin y algunas posesiones en la frontera entre Eslovenia y Croacia. El noble esloveno siempre se mantuvo fiel al húngaro, y cuando este enviudó, le entregó a su hija Bárbara en matrimonio. Después de la boda Herman fue nombrado ban de Croacia, Dalmacia y Eslavonia, territorios que dependían en esta época de la Corona Húngara, y se convirtió en el magnate más notable de tierras croatas. Otras de sus hijas, de nombre Ana, se casó con Nicolás Garai el Joven, que ocupaba el cargo de Nádor . Como hombre de confianza de Segismundo Herman II se cuenta entre los fundadores de la Orden del Dragón. Herman mantuvo también buenas relaciones con el rey de Bosnia, Tvrtko II (sin esposa ni hijos) hasta el punto de ser nombrado heredero al trono bosnia. Sin embargo, Herman murió antes que Tvrtko II.  

domingo, 8 de noviembre de 2015

BÁRBARA DE CELJE, MUSA DE LA ORDEN DEL DRAGÓN.



Emperatriz, ninfómana, nigromante y musa de la Orden del Dragón. 

El emperador Segismundo de Luxemburgo, que era también rey de Hungría, fundó la Orden del Dragón para luchar contra los turcos. El ideólogo y maestro de ceremonias era Abramelín el Mago, poseedor de los secretos de la Magia Póstuma. El emperador y rey estaba casado con una hermosa y fogosa mujer de la nobleza llamada Bárbara de Celje. 

Segismundo estaba perdidamente enamorado de Bárbara, y cayó víctima de la locura cuando la muerte le arrebató a la joven. Siguiendo las instrucciones de Abramelín, Segismundo celebró una ceremonia secreta de Magia Póstuma para devolver la vida a Bárbara. En el ritual no faltó la sangre, y hay quien lo vincula directamente con la cadena vampírica que se originó en Egipto y atravesó parte de la Vieja Europa. 

Cuentan que Bárbara disfrutaba de una vida disoluta y que contaba con cientos de amantes, pero su dominio de las artes del Amor consiguieron que Segismundo siguiese siempre a su lado. Bárbara presidía junto a Segismundo las sesiones y reuniones de la orden, y recibía la sincera veneración de los caballeros de la Orden, como el valaco Vlad Dracul, el padre del famoso Vlad el Empalador. 

miércoles, 21 de octubre de 2015

DEVSHIRME.




El “devshirme” era una institución turca otomana desarrollada en época de Murad II, encaminada a crear una guardia de corps completamente leal al Sultán y a la Sublime Puerta. El devshirme se basaba en el reclutamiento forzoso de jóvenes cristianos destacados, hijos de vasallos y de príncipes, de señores y de campesinos sometidos, originarios principalmente en los Balcanes. Estos jóvenes cristianos eran separados de su familia, trasladados a territorio turco, convertidos al Islam, instruidos e incorporados al ejército. Algunos de ellos ganaron gran reputación luchando, paradójicamente, contra el turco, como el infame Vlad el Empalador , o el señor albanés Jorge Castriota "Skanderbeg" .... otros por el contrario prestaron grandes servicios al Imperio. Obligados a jurar fidelidad vitalicia, eran utilizados para contrarrestar el creciente poder de la abolenga aristocracia turca. Mehmet II, sin ir más lejos, se apoyó en ellos para enfrentarse a sus enemigos íntimos, y de paso fortalecer su poder. 

Cada cinco años, los muchachos cristianos entre diez y quince años debían presentarse ante los funcionarios que realizaban la selección en la zona europea. Los más cualificados eran elegidos para el servicio, y el número solía oscilar entre 2.000 y 12.000, de acuerdo con las necesidades del momento. Los chicos seleccionados eran sometidos a un durísimo programa de integración total. Eran desvinculados de sus familias, aprendían turco, y según sus aptitudes (y actitudes) podían acceder a cualquier puesto de la corte, incluido el de Gran Visir. La mayoría se alistaban en el cuerpo de los jenízaros y pasaban a formar parte de la infantería más reputada de toda Europa.


martes, 20 de octubre de 2015

SANTA CORONA HÚNGARA.



A pesar de llevar casi un siglo siendo una república (más o menos independiente), uno de los símbolos más importantes de la nación húngara, presente en todos lados (incluido su escudo) es la Santa Corona. Además la Santa Corona está muy vinculada a la Iglesia Católica, también muy presente en prácticamente la totalidad del país. No debemos olvidar, que el Reino de Hungría siempre fue un fiel aliado del Papado de Roma. 

Aunque lo más interesante de todo este asunto, es que la Santa Corona era la encargada de dar y transmitir el poder. Durante la Edad Media era frecuente otorgar atribuciones mágicas y/o religiosas a determinados objetos. En el caso que nos ocupa, hace diez siglos que se estableció que en Hungría no reina el monarca, el primer ministro o un regente. En Hungría ostenta el poder de reinar la propia Santa Corona, que posee alma propia y que tiene por cuerpo el territorio físico del estado. De esta manera un rey no podía ser aceptado como tal por el pueblo si su cabeza no ceñía la Corona. En ese sentido, durante la Edad Media, para que la Coronación del Monarca fuese legal debían darse tres requisitos; ser coronado con la Santa Corona, en la ciudad de Szekesfehervar y por el arzobispo de Esztergom.

viernes, 16 de octubre de 2015

LA CAMPAÑA DANUBIANA DE VLAD III DRÁCULA.



Invierno del año 1462, el gran río está congelado, y cientos de jinetes lo atraviesan con sigilo. El hielo soporta el peso de la caballería y no cede bajo sus cascos. La infantería, más numerosa, sigue de cerca (sin perderla de vista) a la bien entrenada vanguardia. Hace un rato que la noche ha caído sobre sus cabezas y el gélido viento de la llanura azota los cuerpos de unos soldados envalentonados. Alguno ha bebido un poco de vino para entrar en calor e insuflarse ánimos. Se encienden las antorchas, vuelan las primeras flechas y miles de valacos se lanzan poseídos por el espíritu del dios Ares, a devastar la orilla izquierda del Danubio. A la cabeza de esta enfervorecida horda, espada en mano, y aullando como un lobo dacio, Drácula, siembre el terror entre los sorprendidos turcos. 

El famoso Vlad III fue un guerrero cruel y despiadado, capaz de idear enfermizas atrocidades (al menos eso cuentan las fuentes históricas interesadas, repetidas hasta la saciedad por pseudohistoriadores en la red) y un general un tanto sobredimensionado. En ese sentido nunca demostró una gran inteligencia estratégica, ni la habilidad diplomática necesaria para conducirse con éxito en una contexto geopolítico excesivamente complejo. Aunque en su descargo, y para ser, sino justos, al menos objetivos, debemos añadir que nunca pudo demostrar su auténtica valía en una gran batalla campal. No obstante, no hay que restarle méritos, ya que utilizó (unas veces con más acierto, otras con menos) todos los recursos al alcance de su mano, para defender su posición en el volátil trono de Valaquia. De esta manera, hizo de la guerra de guerrillas, las razzias, las emboscadas y los ataques relámpago su arma más efectiva en las encarnizadas luchas contra los turcos. 

En el invierno 1461 – 62 protagonizó su campaña más audaz, vitoreada (con motivo) y recordada. Al mando de un ejército modesto (si lo comparamos con las huestes que podía movilizar el sultán Mehmet II) cruzó el Danubio helado y sometió al enemigo a un durisimo castigo. Dividió sus fuerzas en varios cuerpos y efectuó un raid devastador que cubrió un frente de unos 800 kilómetros, desde Kilia hasta Rahova. Los valacos no dejaron cabeza sin cortar, ni población sin arrasar. Todas las ciudades y aldeas (fueran turcas o búlgaras) sufrieron la ira del Empalador. Además destruyó todas las embarcaciones que encontró en el vado del río. 


Esta expedición, una razzia a gran escala disfrazada de auténtica guerra preventiva, pretendía conseguir una serie de claros objetivos tácticos. En primer lugar sorprender e impresionar a los otomanos, realizando una demostración de fuerza, que les enseñase que los valacos no iban a ser dóciles vasallos. Asimismo consiguió destruir los refugios y puestos de guardia de los valiosos jinetes akindjis. Además, con este golpe de mano consiguió crear un desierto estratégico que amortiguase la invasión turca. Antes de retirarse empleo la práctica de tierra quemada para entorpecer la segura campaña de represalia que lanzaría Mehmet II con los primeros brotes de la primavera. 

El cronista Laonico Calcocondilas en su obra “Historiarum Demonstrationes” describe brevemente la acción de Vlad: “Después de ello, inmediatamente, preparó el más grande ejército que estuviera en su poder y avanzó prontamente hacia Istros [Danubio]. Una vez adentrado en los confines del Istros y el país del emperador, masacró todo, mujeres y niños incluidos, incendiaba las casas, sembraba el fuego por donde avanzaba. Después de efectuar muy gran masacre, volvió a Dacia”

Tras la victororiosa marcha, a principios de febrero, Vlad escribió una carta el rey de Hungría, Matías Corvino , relatando su hazaña, contabilizando más de 20.000 muertos y solicitando unir fuerzas para derrotar definitivamente al invencible turco. 

“He matado a hombres y mujeres, a viejos y jóvenes, desde Oblucitza y Novoselo, donde el Danubio entra en el mar, hasta Samovitn y Ghigen. Hemos matado a 23.884 turcos y búlgaros, sin contar aquellos a los que quemamos en sus casas, o cuyas cabezas no fueron cortadas por nuestros soldados […] 1.350 en Novoselo, 6.849 en Silistria, 343 en Orsova, 840 en Vectrem, 630 en Tutrakan, 210 en Marotim, 6.414 en Giurgiu, 343 en Turnu, 410 en Sistov, 1.138 en Nicópolis, 1460 en Rahovo […]

Reunid a vuestros ejércitos, caballería e infantería, venid a nuestro país y luchad a nuestro lado. En caso de que Su Alteza se vea imposibilitada de proporcionar ayuda personalmente, enviar vuestro ejército a Transilvania […] y, en caso de que Vuestra Majestad tampoco desee hacer esto, enviad a quie queráis; pero sobre todo influid sobre los transilvanos y los szekler. Y, si Su Alteza está dispuesta a prestar ayuda, entonces no tardéis [...]”.


El día 23 de marzo la noticia de la espectacular victoria llegó a la ciudad de Bolonia y de ahí se propagó como un reguero de pólvora. El Cristianismo Occidental con el Papado al frente se mostraron exultantes por el éxito de Vlad, sin embargo, ignoró la llamada de auxilio. Aún no se habían olvidado del desastre de la última cruzada en Varna (1444) y la conquista de Constantinopla (1453) había dinamitado definitivamente las esperanzas de expulsar a los turcos de Europa. Nuevamente Vlad III se encontraba solo ante el peligro turco que se desparramó por Valaquia en verano de 1462. 

El escritor irlandés Bram Stoker, biógrafo no oficial de Vlad III y en cierto modo, culpable de la identificación entre el voivoda y el Conde Vampiro, parece hacer referencia a esta campaña, al poner en boca del profesor Van Helsing el siguiente comentario: “Le he pedido a mi amigo Arminius [Vambery] de la Universidad de Budapest, que me facilitase la historia de nuestro vampiro. Según él, debe tratarse del mismo voivoda Drácula, que se hizo célebre atravesando el gran río y luchando contra el turco, en la misma frontera turca”. En el fondo de la cuestión, creo que nunca sabremos si Stoker se inspiró en el voivoda Vlad el Empalador para crear a su inmortal personaje. 

Vlad III, conocía el terreno en que se movía, explotaba la guerrilla para enfrentar a un enemigo superior (del mismo modo que siglos atrás hizo el lusitano Viriato en sus luchas contra Roma en la Península Ibérica) lanzando rápidos ataques que golpeaban como un martillo sobre las desprotegidas defensas enemigas, mientras el turco duerme o descansa. Lamentablemente para él, no fue suficiente para derrotar al sultán Mehmet II, aunque le puso contra las cuerdas en más de una ocasión. 


martes, 6 de octubre de 2015

TRAS LOS PASOS DE JONATHAN HARKER: BISTRITA.



Ya estaba anocheciendo cuando llegamos a Bistritz, que es una antigua localidad muy interesante. Como está prácticamente en la frontera, pues el paso de Borgo conduce desde ahí a Bucovina, ha tenido una existencia bastante agitada, y desde luego pueden verse las señales de ella. Hace cincuenta años se produjeron grandes incendios que causaron terribles estragos en cinco ocasiones diferentes. A comienzos del siglo XVII sufrió un sitio de tres semanas y perdió trece mil personas, y a las bajas de la guerra se agregaron las del hambre y las enfermedades.

El conde Drácula me había indicado que fuese al hotel Golden Krone, el cual, para mi gran satisfacción, era bastante anticuado, pues por supuesto, yo quería conocer todo lo que me fuese posible de las costumbres del país. Evidentemente me esperaban, pues cuando me acerqué a la puerta me encontré frente a una mujer ya entrada en años, de rostro alegre, vestida a la usanza campesina: ropa interior blanca con un doble delantal, por delante y por detrás, de tela vistosa, tan ajustado al cuerpo que no podía calificarse de modesto. Cuando me acerqué, ella se inclinó y dijo:

—¿El señor inglés?

—Sí —le respondí—: Jonathan Harker.
Ella sonrió y le dio algunas instrucc iones a un hombre anciano en camisa de blancas mangas, que la había seguido hasta la puerta. El hombre se fue, pero regresó inmediatamente con una carta:

"Mi querido amigo: bienvenido a los Cárpatos. Lo estoy esperando ansiosamente. Duerma bien, esta noche. Mañana a las tres saldrá la diligencia para Bucovina; ya tiene un lugar reservado. En el desfiladero de Borgo mi carruaje lo estará esperando y lo traerá a mi casa. Espero que su viaje desde Londres haya transcurrido sin tropiezos, y que disfrute de su estancia en mi bello país.

Su amigo,
DRÁCULA


En su última etapa antes de llegar al castillo de Drácula, Jonathan Harker pasa la noche en la ciudad de Bistritz, actual Bistrita, una hermosa localidad de pasado medieval, y que es conocida como la Puerta de Transilvania. Pequeña, organizada en torno a dos plazas, donde se disponen casas de vivos colores, y cuyo trazado urbano recuerda su secular relación con el mundo germano. Actualmente existe un gran hotel llamado Corona de Oro, muy diferente de aquel en que pernoctó el sufrido abogado londinense.

THE DEVIN TOWSEND BAND IN VAMPIRA.





jueves, 1 de octubre de 2015

MONTES ORASTIE. NATURALEZA E HISTORIA, ARQUEOLOGÍA Y AVENTURA.



En el interior de Rumanía se encuentra la patria de los Dacios, en el Parque Natural Gradistea Muncelului – Cioclovina. Los legendarios Montes Orastie, incrustados en el arco carpático, fueron el lugar elegido por este aguerrido pueblo para construir inexpugnables (e indestructibles) ciudades fortalezas y santuarios abiertos al cielo azul, rodeados de oscuros bosques perennes. Se trata de uno de los lugares más salvajes de Europa, donde el asfalto aún no ha llegado y los tortuosos caminos, descuajaringados por violentas lluvias, siguen siendo de tierra, arena y grava.


Los aldeanos, labriegos y campesinos que viven en el valle se dedican a las tradicionales actividades del sector primario, como la explotación maderera, la ganadería y la apicultura. 


Las efigies de los grandes reyes dacios, Decébalo y Burebista, dan la bienvenida a los intrépidos visitantes que deciden adentrarse en estos montes. Justo en el lugar donde termina la carretera, empieza la auténtica aventura. 


Un lugar ideal para practicar el senderismo, sentir la auténtica libertad en la piel, donde historia, naturaleza y tradición secular se funden para ofrecer al caminante un espectáculo fascinante.






domingo, 13 de septiembre de 2015

CRAMELE RECAS, UN VINO MEDIEVAL RUMANO.



El vino es casi tan antiguo como la propia sociedad humana. En los simposios griegos, las bacanales romanas y los banquetes medievales, nunca faltaba el jugo de la vid, el elixir divino de Baco. En algunos lugares de Europa existen bodegas que llevan abiertas desde hace mucho tiempo y viñedos han producido vino durante centurias, como la Cramele Recas de Transilvania, cuyo origen se remonta al año 1447.

En el año 1319 las crónicas mencionan a un noble húngaro como propietario de la finca de Recas. Años más tarde, en 1359 el rey húngaro Luis I aprobó el asentamiento de colonos ortodoxos rumanos en estas tierras. Finalmente, en noviembre de 1447 se documenta la primera mención a la existencia de viñedos en Recas. Es de suponer que en esa fecha se producía vino en esta bodega, un vino que probablemente amenizase las fiestas y los banquetes que celebraban los boyardos transilvanos y valacos en sus castillos. Podemos imaginar al mísmisimo Vlad el Empalador disfrutando de uno de estos caldos. 

Por cierto el vino Castel Huniade producido en esta bodega está buenísimo. 





sábado, 29 de agosto de 2015

EL HÉROE ALBANÉS SKANDERBEG SEGÚN LA PLUMA DE EDWARD GIBBON.



En punto a heroísmo se suelen emparejar Juan Huniades y Scanderbeg, y ambos se hacen acreedores a nuestra recomendación, empleando colmadamente las armas otomanas, fueron dilatando el vuelco del Imperio griego.

Juan Castriota , padre de Scanderbeg , era un principe hereditario de un distrito reducido del Epiro o Albania, en las serranías cercanas al mar Adriatico. Ajeno de contrarrestar el poderío del sultán, Castriota tiene que avenirse a las condiciones violentísimas de paz tributaria, entregando sus cuatro hijos por prendas de su lealtad; y aquellos jóvenes cristianos, tras padecer los rigores de la circuncisión, tienen que imbuirse en la religión mahometana, y luego militar entre los turcos, según su sistema y disciplina. Los tres hermanos mayores andan revueltos en el tropel de la servidumbre, y no cabe comprobar la certeza o falsedad del veneno a que se atribuyen sus muertes. Mas queda desvanecido aquel recelo con el trato paternal que logra Jorge Castriota, el cuarto hermano, quien a los asomos de su mocedad, descuella con el brío y la superioridad de todo un soldado. El vuelco seguido de un tártaro y dos persas que osan retar a la misma corte turca, le granjea la privanza de Amurates, y el apellido turco de Scanderbeg (Iskender Beg) o el señor Alejandro, es un recuerdo perpetuo de su nombradía y servidumbre. Queda el principado de su padre constituido en provincia, compensandole aquel quebranto con la jerarquía y dictado de Sangiak, que es el mando de cinco mil caballos, y el arranque fundamental para ascender a los empleos supremos del Imperio. Sobresale en las guerras de Europa, y de Asia; y no podemos menos de sonreírnos del artificio o credulidad del historiador, quien da por supuesto, que en toda refriega se desentendía de los cristianos, abalanzándose con brazo fulminante sobre los enemigos musulmanes. La gloria de Huniades centellea sin asomo de vituperios batallando mas y mas por la religión y la patria; pero los émulos de su competidor, encareciendo su patriotismo, lo apodan apostata y traidor. Para el concepto de los cristianos, suena Scanderbeg en rebeldía con los agravios de su padre, la muerte confusa de sus tres hermanos, su propio desdoro y la servidumbre de su país, al paso que idolatran el afán caballeroso, aunque tardío, con que acudió aclamado y engrandeciendo la fe y la independencia de sus antepasados. Mas desde la edad de nueve anos, vive empapado en las doctrinas del Alcoran, desconoce el Evangelio; la autoridad y la costumbre labran la religión de toda soldadesca, ni cabe alcanzar como y con que iluminación repentina pudo a los cuarenta aparecersele el Espíritu. Mas acendrados e inexpugnables a todo embate de interés o venganza fueran sus motivos, si estallara su cadena desde el primer trance de imponerle su esclavitud: pero media largo olvido y desdora su derecho fundamental, y por cada ano la obediencia y ascensos se va estrechando de nuevo el vinculo mutuo entre el sultán y el súbdito. Si Scanderbeg abrió de antemano la creencia del cristianismo y el animo de su rebeldía, todo pecho pundonoroso abominara del rastrero disimulo, que sigue viviendo ruinmente para luego desmandarse, prometiendo únicamente para perjurarse , y hermanándose eficazmamente con el empeño de perder temporal y espiritualmente tantos miles de sus desventurados compañeros . Elogiaremos por ventura la correspondencia reservada, mientras esta mandando la vanguardia del ejercito turco? . Disculparemos aquella deserción alevosa que brinda con la victoria a los enemigos de su bienhechor? En la revuelta de un descalabro, clava la vista en el reis effendi,o secretario principal, y con la daga al pecho le arrebata el firman, o la patente del gobierno de Albania, y matando al notario y los suyos, precave el resultado de quedar el golpe descubierto. Se escudo con denodados compañeros, a quienes comunica su intento, huye de noche, y arrebatadamente marcha y se resguarda en las serranías paternas. Presenta el mandato regio en Croya y se le franquean las puertas, y apenas se posesiona de la fortaleza, Jorge Castriota arroja la máscara de tanto disimulo, abjura del Profeta y el sultán y se pregona a si mismo, como vengador de su alcurnia y de su patria. Al eco de religión y libertad, estalla una rebelión general, los albanos, casta guerrera, se aferran unánimes en vivir y morir con su príncipe hereditario, y las guarniciones otomanas tienen que avenirse a la alternativa del martirio o el bautismo. Se juntan los estados del Epiro y nombran a Scanderbg caudillo de la guerra turca, comprometiéndose los aliados a acudir con su cuota respectiva de gente y caudales. Contribuciones, posesiones patrimoniales y las salinas de Selina rinden anualmente hasta doscientos mil ducados, y el todo, con un leve cercen para el lujo indispensable, se aboca a las urgencias publicas. Es popular en sus modales, pero severísimo en la disciplina; en sus reales no tiene cabida el menor vicio; su ejemplo robustece la autoridad militar; y bajo su mando son los albanos invencibles en su propio concepto, y sobre todo en el de sus enemigos. Acuden al eco de su nombradia los prohombres mas esclarecidos para sus aventuras, en Francia y en Germania, y solicitan entrar a su servicio; su ejercito permanente se reducía a ocho mil caballos y siete mil infantes; menguados eran los cuadrúpedos para los jinetes diestrísimos; y desde luego se hizo cargo de los inconvenientes y ventajas de sus muchas serranías, y al resplandor de señales muy combinadas, la nación entera tenia que acudir a sus respectivos puntos. Contrarresta Scanderbeg, con armas tan desiguales, por espacio de veintitrés años todo el poderio otomano, y el rebelde burla, perseguido con menosprecio y con sana implacable, el embate de dos emperadores, Amurates II y su hijo mayor. Entra Amurates en Albania acaudillando sesenta mil caballos y cuarenta mil jenízaros, logra ir asolando el país abierto, ocupar luego las poblaciones indefensas, trocar las iglesias en mezquitas, circuncidar a los niños cristianos, y matar a los adultos pertinaces que cautiva: pero todas sus conquistas se limitan a la escasa fortaleza de Sletigrado, y aun la guarnición siempre invicta se rindió con un ardid vulgarísimo, y por un escrúpulo supersticioso. Retirase Amurates con vergonzoso quebranto de los muros de Croya, y de su castillo, residencia del soberano; este sigue al enemigo, quien ya en el mismo sitio, ya en su retirada, le hostiliza día y noche, y desaparece y embiste casi invenciblemente, y aquel desengaño acibara, y tal vez acorta, los postreros días del sultán desesperado. Remuerde también el mismo gusano el pecho de Mohamed II, quien rebosando de triunfos, tiene que avenirse a negociar por medio de sus lugartenientes una tregua, y entretanto el príncipe albano logra la suma nombradia de campeon certero e incontrastable de la independencia nacional. El entusiasmo de la religión y de sus proezas caballerescas lo ha endiosado con los dictados de Alejandro y Pirro, ni se ruborizaron estos de reconocer por compañero a su gran paisano; pero su menguado señorío, y apocadas fuerzas lo rezagan a larguísima distancia de aquellos prohombres antiguos triunfadores, ya de Oriente, ya de las legiones romanas. Sus brillantísimas hazanas, los bajaes que dio al través, los ejercito que arrollo, y los tres mil turcos que degolló con su propia mano, todo tiene que pesarse en la balanza de una critica desconfiada.

Contra enemigos idiotas, y allá en las lóbregas soledades del Epiro, sus biógrafos parcialísimos, pueden a su salvo y a sus anchuras novelar hasta lo sumo; pero aquellas patrañas quedan expuestas a la luz de la historia italiana, y su relación fabulosa de expedición a Nápoles, tramontando el Adriático al frente de ochocientos caballos para sostener a su monarca, tan solo redunda en desconcepto de todo el contenido de sus hazañas. Pudieran confesar, sin desmán para su nombradia, que por fin el poderío otomano vino a postrarlo, y en su trance apuradísimo acudió al papa Pio II para refugiarse en el Estado eclesiástico, y exhaustos quedaban sus recursos, puesto que Scanderbeg feneció como fugitivo en Liso, perteneciente al territorio veneciano. Vencedores los turcos atropellaron su sepulcro; pero los jenízaros engastando los huesos en sus brazaletes, manifestaron con aquel desvarío supersticioso, su acatamiento involuntario al desventurado heroísmo. El exterminio ejecutivo de su patria podrá arrancar su realce a la gloria del prohombre; mas si se dedicara a contrapesar las resultas de la sumisión o de la resistencia, un verdadero patricio quizás se desentendiera de contrarresto tan inasequible, y cifrado con todo en la vida y el desempeño de un solo individuo. Esperanzo tal vez Scanderbeg equivocadamente, que el papa, el rey de Nápoles y la República veneciana acudiría al socorro de un pueblo cristiano, antemural de la costa britanica y del estrecho transito de Grecia a Italia; pero en fin su hijo tierno se salva del naufragio nacional; logran los Castriotas la investidura de un ducado napolitano, y su sangre campea todavía en las primeras alcurnias del reino. Una colonia de albanos fugitivos plantea su morada en Calabria, conservando todavia ahora mismo el habla y las costumbres de sus antepasados.

Dilatadísima es mi carrera de la decadencia y ruina del Imperio Romano . . . .
(Historia de la Decadencia y
la caída del Imperio Romano.

Tomo IV).

miércoles, 26 de agosto de 2015

LUIS DE NAVARRA.



Hijo menor de Juana II de Navarra y Felipe II de Evreux, del que heredó el condado de Beaumont-le-Roger. Hermano de Carlos II rey de Navarra y Felipe con posesiones en Normandía, Luis quería un poco de gloria para sí mismo. 

Siempre trabajó según los intereses de su propia familia, cuando Carlos II abandona Navarra en su intento de conseguir la corona francesa, Luis queda a cargo de los asuntos de gobiernos navarros. En el campo de batalla ayudó a su hermano en el conflicto abierto con el rey de Francia Carlos V. 

Casó en segundas nupcias con Juana de Anjou, hija del rey de Sicilia, y este matrimonio le confirió derechos sobre Durazzo y el Reino de Albania , antigua posesión angevina, en manos ahora de Karl Thopia , un noble albanés. Dispuesto a hacer vales esos derechos dirigió una expedición con el objetivo de recuperar los territorios, recibiendo la ayuda tanto de su hermano Carlos, como del propio rey de Francia. 


Luis de Navarra al frente de la Compañía Navarra, formada por merecenarios y veteranos de la guerra en Francia que habían combatido junto a él, se aventuró en tierras lejanas y extrañas, consiguiendo rendir la ciudad de Durazzo en el verano de 1376. Poco pudo disfrutar Luis de su nuevo feudo, pues murió poco después, pero para la historia, la tradición y la leyenda, quedará el momento en que Navarra conquistó Albania. 

El actor Xabier Elorriaga interpretó a Luis de Navarra en la celebrada cinta cinematográfica dirigida por Alfonso Ungría "La Conquista de Albania". 

martes, 4 de agosto de 2015

HUNEDOARA, HISTÓRICA CIUDAD DE TRANSILVANIA.



Hunedoara es el centro de los territorios que el emperador (y rey de Hungría) Segismundo de Luxemburgo, entregó al padre de Janos Hunyadi (o al mismo Janos), dando origen a uno de los más poderosos linajes transilvanos de la Baja Edad Media. Durante la Edad Media Transilvania fue el feudo de grandes magnates húngaros. La humilde población se dedicaba a las duras labores agrícolas, y así fue durante siglos. 

Llegamos a Hunedoara bien temprano, cuando la ciudad despertaba del sueño/descanso nocturno. Aparcamos la autocaravana en el parking del castillo, aunque tuvimos que esperar hasta la hora de apertura del mismo (¿era a las 9.00 a.m.?). 




Viviendas nuevas, o renovadas, a las que se les han añadido rimbombantes cubiertas compuestas (una especie de barroco metálico), mayoritariamente encarnadas (coloradas, para que se me entienda), que tienden al rococó, es lo primero que llama la atención cuando vamos entrando en Hunedoara. (Lamentablemente no pudimos tomar ninguna fotografía). El ayuntamiento, situado junto a una pintoresca iglesia ortodoxa, muestra su puerta de entrada flanqueada por dos personajes históricos de la región: Avram Iancu y Iancu de Hunedoara. 

Situada en Transilvania, Hunedoara – en húngaro Vajdahunyad (el castillo de Hunyad) – un importantisimo centro metalúrgico era la capital medieval de uno de los clanes más poderosos de la región, los Corvino, liderados por el comandante Janos Hunyadi (Iancu de Hunedoara en rumano). 

Históricamente integrada en Hungría, esta ciudad que ha cambiado varias veces de nombre – Hungnod, Huniad, Hwnyadwar, Vayda Hunyadi – convertida en destacado núcleo industrial del hierro y el acero a partir de la Revolución Industrial, pertenece desde los años inmediatamente posteriores a la Gran Guerra, al estado de Rumanía (un hecho que sigue provocando fricciones entre los dos vecinos). 


La historia de la ciudad está estrechamente vinculada a la familia Corvino, un linaje de peso en la política europea bajomedieval, desde que en el año 1409 el rey húngaro Segismundo de Luxemburgo cedió el castillo y el territorio a Voicu (Vajk) Corvino, en agradecimiento por sus servicios militares prestados. Su hijo, Janos Hunyadi (que llegó a ser regente de Hungría) estableció aquí su residencia, convirtiéndola en el centro de sus posesiones. Otro de los miembros del clan que dejó aquí su impronta fue el rey húngaro Matías Corvino. 



En el colorido blasón de la ciudad están representados tres de sus símbolos; el castillo, el cuervo (emblema de los Corvino) y la siderurgia. 

En la colina del castillo se han descubierto artefactos líticos, lo que revela su temprana ocupación humana. Durante la Edad del Hierro, los dacios extraían metal de esta zona. En relación con esta actividad han encontrado restos de hornos de hierro en la colina cercana al castillo. La riqueza férrea de la zona atrajo también a los ambiciosos romanos, que se instalaron aquí tras las guerras dácicas. Para controlar y proteger la explotación minera, la legión XIII Gemina, cuyo cuartel general se encontraba en Apulum (Alba Iulia) construyeron aquí un pequeño puesto avanzado. 

Los siglos que siguieron a la retirada de Roma de la región, estuvieron marcados por un intenso trasiego de pueblos de diferente procedencia: godos, hunos, eslavos, magiares, pechenegos y cumanos. Hacia el año mil las principales fuerzas políticas y demográficas eran valacos, que lograron formar pequeños feudos, que acabaron sometidos por los magiares. Transilvania pasó a formar parte del recién nacido Reino de Hungría y Hunedoara se convirtió en zona de amortiguamiento para la corona húngara, frente a los pechenegos y cumanos que se habían establecido al sur de los montes Cárpatos. Más tarde llegaron a la región colonos sajones asentados por voluntad de Hungría y emigrantes zíngaros que procedentes de la India habían atravesado medio mundo para encontrar un nuevo hogar. 


La primera evidencia documental es de 1265, y menciona a Hungnod como un importante centro para el curtido de pieles y el procesamiento de la lana. Los campos y bosques circundantes proveían a la ciudad de materia prima, que llegaban por medio de aldeanos, tramperos y arrieros a los talleres y mercados del burgo. Otra actividad económica que se desarrollaba en Hungnod era la extracción de hierro y la metalurgia, especializada en la fabricación de armas y de herramientas y aperos. 

Desde el siglo XIV la ciudad es conocida como residencia de la familia Hunyadi. Janos Hunyadi reforzó el castillo (a la vez que su posición de fuerza), al mismo tiempo que Hunedoara se convertía en un importante mercado para el hierro. El rey Matías le concedió el estatus de ciudad libre de impuestos. Años después del año 1514 la ciudad sufrió las consecuencias de la revuelta campesina dirigida por Gyorgy Dozsa, que terminó aplastada y con su líder torturado y ejecutado. En el siglo XVI se estima la existencia de más de cien casas y una población cercana a los ochocientos habitantes, unas cifras considerables para la época. 


Poco más vimos de la ciudad. Una urbe mucho más grande de lo que pudimos intuir al llegar. Las auténticas dimensiones las atisbamos cuando intentabamos salir de ella. Creo recordar que nos perdimos dos o tres veces antes de poder salir y tomar la carretera que debía conducirnos al siguiente destino: Alba Iulia.