lunes, 5 de diciembre de 2016

BASARAB I EL FUNDADOR.



Atrincherado en las montañas carpáticas, Basarab I venció a los ejércitos húngaros a la vieja usanza, proclamó la independencia de Valaquia, e instaló su corte en la novelesca Curtea de Argés. Una Curtea de Argés que fue capital, cuando Bucarest aún no era ni proyecto de ciudad.

Basarab I, católico, hijo del legendario voivoda Thocomerius, y hay quien dice que cumano, es conocido como “el Fundador”, en rumano Intemeietorul, ya que rompió su relación de vasallaje con el Reino de Hungría y fundó su propio principado, Valaquia.

Tras varios desencuentros con el rey Carlos Roberto, Basarab decidido a desligarse del control magiar, reunió tropas y derrotó a los húngaros en la célebre batalla de Posada. Este príncipe rumano reinó durante unos treinta años, y desde la región central de Muntenia, llamada así por razones obvias, consiguió extender sus dominos hasta las regiones orientales de Valaquia, llegando así a alcanzar el río Danubio.

Basarab y sus descendientes supieron aprovechar la crisis interna que sufrió Hungría con la extinción de la casa de Arpad para sentar las bases de su propio estado.


jueves, 30 de junio de 2016

MATEO CSÁK, EL REY SIN CORONA DE HUNGRÍA.



Poderoso señor feudal húngaro que aprovechó la debilidad de los últimos monarcas de la Casa Arpad y la crisis sucesoria subsiguiente, para medrar en política, acumular dominios, hacerse tremendamente rico, campar a sus anchas por las tierras del reino y convertirse, de facto, en un “el rey sin corona de Hungría”.

Miembro de una poderosa e influyente familia, los Csak, inmersos en un cruenta lucha de poderes contra otras familias. Los Kozsegie eran sus más encarnizados rivales. Mateo Csák fue, como su propio padre, nádor (segunda persona más poderosa después del rey), mariscal, juez, gobernador y señor de la tesorería, además de dueño absoluto de la Alta Hungría. A lo largo de su vida fue juntando un destacado patrimonio territorial a través de diferentes procedimientos: herencia de su padre y de su tío, conquista de posesiones rivales y compra de tierras y fortalezas.

En el año 1291 participó en una campaña militar que Andrés III lanzó contra el duque Alberto I Habsburgo, un pretendiente al trono magiar. Las tropas húngaras derrotaron a los austriacos en una batalla cerca de Viena. Sus triunfos militares ayudaron a incrementar su prestigio. Como recompensa Mateo recibió del rey el título de caballero y el de gobernador de Bratislava. Más tarde fue nombrado juez de los cumanos y nádor de Hungría. A lo largo del reinado de Andrés III Mateo fue consiguiendo más y más títulos, acrecentando exponencialmente su poder e influencia.

En 1293 las ansias de poder de Mateo eran incontenibles y ocupó, utilizando la fuerza, la provincia de Trencín. Atacó y devastó la región de Nitra y por el uso irresponsable y desmedida de la violencia, el rey le desposeyó de sus títulos. Sin embargo, el orgullo y altivo Mateo siguió hacierno gala de ellos. Enfrentado al rey, comenzó a ocupar tierras y fortalezas de otros nobles (más afines al monarca), llegando a eleminar a algunas de las ramas rivales. En esos momentos logró una posición que ningún otro noble había alcanzado jamás en la longeva historia de Hungría.

En 1301 muere el rey Andrés III, último representante de la casa de Arpad y se inicia una larga lucha por la sucesión con tres candidatos enfrascados en ella: Otón III duque de Baviera, Wenceslao III de Bohemia y Carlos Roberto de la familia Anjou.


Como sucedió en la corona de Castilla durante el siglo XV (y otros rincones de Europa), los clanes nobiliarios luchan por el poder y la supremacía sobre el resto. Se dedican a coleccionar tierras, haciendas y feudos, para demostrar quién la tenía más grande. Tras la muerte de Andrés los barones se independizaron totalmente: recaudaban impuestos, acuñaban moneda, impartían justicia....

Para consolidar su poder, Mateo Csák decidió establecer a un rey marioneta, joven, débil e inexperto al que pudiese manejar a su antojo, y el elegido fue Wenceslao III de Bohemia. Mateo Csák participó activamente en su coronación en la ciudad regia de Szekesfehervar. Por este apoyo, Mateo Csák recibió los territorios de Nitra. Como en el fondo Mateo no quería a ningún rey (salvo a él mismo), pronto se levantó contra su antiguo protegido. Sin apoyos y desde una posició débil, Wenceslao renunció al trono húngaro y se volvió a Bohemia a reinar allí con dignidad.

Mateo Csák aprovechó la vuelta a casa de Wenceslao para conquistar e instalarse en Visegrad. Convirtió esta palza en residencia y desde allí se lanzó a tomar otras fortalezas (no menos de veinte). A priori en estos momentos no parecía oponerse abiertamente a otro candidato, Carlos Roberto. De todas formas el enfrentamiento entre ambos era cuestión de tiempo, no puede haber dos gallos altaneros en el mismo corral.

Desde Visegrad Mateo lanzó un terrible ataque sobre la cercana ciudad de Buda, obligando a Carlos Roberto a traslader su corte a Temésvar (Timisoara). Con el rey acantonado en el sur y él dominando todo el norte del país, alcanzó Mateo Csák la cúspide de su poder. Fue excomulgado por no acatar la autoridad de un rey al que había jurado obediencia. Su respuesta fue asediar y tomar las fortalezas del arzobispo de Esztergom y la del arzobispo de Nitra. Estaba dando el todo por el todo y Carlos Roberto (si quería reinar sin obstáculos) no podía permanecer de brazos cruzados.

En 1312 Mateo Csák aliado con los hijos de Amado Aba, fue vencido en la batalla de Rozgony por las tropas reales. A pesar de que con esta derrota la posición del noble Mateo se había debilitado mucho, el rey nunca pudo ni vencerlo ni someterlo del todo. Esa partida únicamente la podían decidir las Moiras.

Aprovechando esta debilidad, Tamás Széceni, fiel partidario del Carlos Roberto, arrebató en 1315 la ciudad y la estratégica fortaleza de Visegrad al noble rebelde. Ahora pudo el monarca regresar a la plaza fuerte y la ciudad recuperó la capitalidad del reino. En los años venideros, el rey solo pudo recuperar un puñado de fortalezas, hasta que en 1321 murió Csák, y con él su vasto imperio. Sin hijos, descendencia, ni sucesor, el rey Carlos Roberto dijo, todo para mí e incorporó los antiguos dominios de Mateo a la Santa Corona Húngara, restableciendo la autoridad (y la unidad).


La vida de Mateo Csák fue una carrera de fondo en pos del poder omnímodo. Una persona ambiciosa, con pocos escrúpulos, un fascinante personaje de la historia medieval húngara. El oligarca más poderoso de la Alta Hungría, nunca sometido ni sojuzgado, nunca derrotado ni desposeído. Se enfrentó a la nobleza, a la alta jerarquía eclesiástica y a la monarquía. Nadie pudo con él.


martes, 17 de mayo de 2016

EL SANGUINARIO BANQUETE DE BOYARDOS.



La velada transcurría apaciblemente, las antorchas iluminaban los sonrosados rostros de los comensales y las sombras proyectaban alargadas figuras sobre las paredes del gran salón. Todos los boyardos del reino, magnates y prohombres, estaban reunidos aquella noche, sentados alrededor de una enorme y maciza mesa de madera, acompañados por sus esposas e hijas. Los pajes y escuderos observaban, sin intervenir, el pantacruélico banquete desde una distancia prudencial.

El príncipe no había reparado en gastos para agasajar a sus invitados, los grandes señores del país: faisán relleno, ciruelas, naranjas y melocotones, pistachos, almendras o otros frutos secos, cabrito de los Cárpatos, venado de la reserva de caza del príncipe, lechón asado, patos criados en las granjas de Valaquia, esturión del mar Negro, barbos y carpas del Danubio, ternera de Panonia y todo ello regado con los caldos, tintos y blancos, elaborados en las afamadas bodegas transilvanas. El príncipe, orgulloso y altivo, miraba complacido el maravilloso cuadro, al que aún había que imprimir color carmesí.


Cuando las panzas estaban llenas, el alcohol ya se había apoderado de cuerpos y mentes, los modales corteses habían cedido ante los eructos y exabruptos, y el placer lo inundaba todo, el príncipe se acercó a sus invitados, y con una sonrisa dibujada en los labios se dirigió a uno de los comensales de esta manera:
  •  Decidme señor ¿a cuántos voivodas habéis conocido?
  • ¿Diez?,¿veinte? - respondió con desdén el hombre.
A continuación reparó el príncipe en un veterano boyardo de pelo cano, el mayor quizás de los invitados, y de nuevo inquirió.

  • Y usted, noble señor ¿a cuántos voivodas habéis servido?
  • Seguro que a varias docenas – respondió con sorna bobalicona el aludido.
Y aún dirigió una tercera pregunta, obteniendo la misma respuesta – muchos -. Entonces, poseído por el mismísimo diablo, el príncipe endureció el gesto y exclamo: !Asquerosas ratas bastardas. Por culpa de vuestros egoísmos y traiciones los príncipes de este país no pueden mantenerse en el trono!. Pero yo, Vlad III, hijo de Vlad II “el Dragón”, atajaré este problema de raíz.

Sin que los boyardos tuvieran tiempo de reaccionar, la guardia del príncipe irrumpió, espada en mano, en el gran salón e iniciaron una terrible carnicería. Los primeros en ser degollados fueron los pajes y escuderos, y luego siguieron los boyardos más veteranos y algunas mujeres. Los que no murieron en el salón fueron sacados al exterior, maniatados y se les atravesó el ano con enormes estacas. Así pasaron varias horas (a lo peor días) empalados, sufriendo la más atroz de las agonías, mientras los cuervos se deleitaban picoteando los ojos, las lenguas y otras partes blandas. La sangre de la redención regó la tierra de Valaquia.


Los que se libraron del acero y la madera fueron trasladados a Poenari y allí se vieron obligados a trabajar como esclavos en la construcción del castillo que corona la cumbre. Los cuerpos de muchos de ellos terminaron estercolando la tierra.

Esta es una de las anécdotas más truculentas y recurrente que se cuentan sobre el terrible príncipe de Valaquia Vlad III, conocido como “el Empalador”. Como dijo el actor Rudolf Martin cuando encarnaba al personaje en la película Vlad Príncipe de la Oscuridad: “He oído tantas veces esas historias, que estoy empezando a creerlas”.

Los historiadores sitúan la matanza de boyardos en la ciudad de Tirgoviste, donde Vlad tenían instalada su corte, durante la celebración del Domingo de Pascua. Matei Cazacu (uno de los biografos más reputados del Drácula histórico) fecha la Pascua Sangrienta en 1459.

Un relato alemán de 1463 describe la escena con las siguientes palabras: “Invitó a su morada a todos los señores y nobles de su país; cuando hubieron terminado la comida, se dirigió al de mayor edad y le preguntó de cuántos voivodas o príncipes que hubieran reinado en ese mismo país guardaba recuerdo. Él le contestó lo que sabía al respecto; después fueron interrogados los demás, jóvenes y viejos; y Drácula pidió a cada uno de ellos a cuántos podían recordar. Uno contestó cincuenta; otro, treinta; uno, veinte; otro, doce; y ninguno era lo suficientemente joven como para recordar a menos de siete. Entonces, él hizo empalar a todos esos señores, que en total eran quinientos”.

Real o no, esta historia ha sido repetida tantas veces, que todo el mundo la da por cierta.


domingo, 15 de mayo de 2016

BUREBISTA, SEÑOR DE TODO EL DANUBIO.



De entre los bosques carpáticos surge la imponente figura de Burebista, henchido de firmeza, determinación, carisma y capacidad de mando. Junto a Decébalo, el más grande rey de los dacios.

A mediados del siglo I a.C. estableció el primer gran estado dacio, unificó a los geto-dacios y a los tracios, reorganizó el ejército y se lanzó a guerrear contra los pueblos vecinos (y algunos de más allá). Venció a los boios, tauriscos y escordiscos (todos ellos profundamente celtizados), subyugó a los correosos bastarnos e incluso consiguió el control de las dinámicas colonias griegas del mar Negro. Burebista construyó un imperio al norte de los Balcanes, que se extendía a ambas orillas del Danubio y que por oriente alcanzó la región de Odessa.


Este monarca levantó una red de fortalezas en los Cárpatos (Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO) y situó su capital muy cerca de Costesti. Reinó durante cuatro décadas sobre un mosaico de pueblos, dispares entre sí y poco cohesionados. Las tierra sobre las que gobernó eran fértiles para la agricultura, aptas para la ganadería, ricas en minas y prósperas para el comercio. Burebista siempre contó con la colaboración de Decenus, un hombre religioso similar a los druidas, un sabio consejero al estilo de Merlín, Gandalf o Panoramix.

“Burebistas, tras haberse hecho cargo de la dirección del pueblo, levantó la moral de la gente, que estaba decaída por las numerosas guerras, y logró alcanzar tal grado de prosperidad a base de entrenamiento, disciplina y obediencia a sus órdenes, que en pocos años se había hecho con un gran imperio, sometiendo al yugo geta a la mayoría de sus vecinos. Ahora comenzaba a ser digno de temer para los romanos, dado que cruzaba sin reparo el Istro y saqueaba Tracia hasta Macedonia e Iliria; devastando no sólo a los celtas que estaban mezclados con tracios e ilirios, sino también causando la completa desaparición de los boyos, gobernados por Critasiro y de los tauriscos. Para lograr la docilidad del pueblo contaba con la ayuda de Deceneo, el adivino, el cual había viajado por Egipto y había aprendido a interpretar ciertos signos, por medio de los cuales descifraba la voluntad divina”
Estrabón VII, 3, 11.

En su avance hacia Occidente Burebista chocó contra Roma y en el año 60 a.C. fulminó a un ejército comandado por Antonio Hybrida. Esta victoria le otorgó fama e hizo aumentar su prestigió, hasta el punto que Pompeyo Magno buscó su alianza para sumar fuerzas en la tortuosa Guerra Civil.

Julio César, animado por deseos de venganza y preocupado por un potencial enemigo en el Corazón de Europa, preparaba una campaña contra los dacios, cuando sobrevinieron los trágicos Idus de Marzo. A Burebista no le fue mucho mejor, pues también fue víctima de un oscuro complot nunca aclarado. Los hados del destino no quisieron que estos dos titanes cruzaran armas.


jueves, 12 de mayo de 2016

OROLES, REY DE LOS DACIOS.



Oroles fue un rey de los dacios, los aguerridos habitantes de los Cárpatos, durante el siglo II a.C. Su mayor éxito militar fue derrotar a los fieros bastarnos, cerrándoles el paso e impidiendo que invadieran Transilvania.

El historiador galo-romano Pompeyo Trogo nos cuenta la siguiente anécdota sobre este rey: “Por su parte los dacios descienden de los getas, quienes, habiendo sido derrotados en tiempos del rey Oroles por los bastarnas, en castigo por su cobardía estaban obligados por orden de su rey a poner la cabeza en el lugar de los pies, cuando iban a dormir, y a hacer a sus esposas los servicios que antes solían hacérseles a ellos mismos y no se cambiaron estas costumbres antes de que borraran con su valor la vergüenza sufrida con la guerra”.

sábado, 7 de mayo de 2016

ORASTIE, LA PUERTA DE LOS CÁRPATOS.



Al pie de los montes Cárpatos, Orastie es el lugar ideal para emprender una expedición hacia las fortalezas dacias Patrimonio de la Humanidad. Sus murales, bustos y estatuas recuerdan con orgullo (además de a otras personalidades destacadas) su vinculación histórica con la Civilización Dacia.



Orastie es un pequeño pueblo encantador, bien cuidado y que me pareció maravilloso cuando me bajé de la autocaravana. Luego no era para tanto, pero los alrededores de la iglesia con un parque lleno de jardines y flores era bonito y agradable.  


miércoles, 4 de mayo de 2016

CROACIA INTEGRANTE DEL REINO DE HUNGRÍA.




Comerciantes venecianos, soldados, trabajadores y campesinos croatas, y nobles húngaros, convivieron (más mal que bien) y dejaron su impronta en este hermoso país balcánico. Posiblemente esa mezcolanza sirva para explicar el carácter afable y acogedor de sus gentes. Durante los siglos plenomedievales gran parte de la Croacia actual estaba integrada en el Reino de Hungría, el reino medieval más poderoso de Europa Centro-Oriental. Magiares y venecianos pugnaron durante décadas por el control de la costa dálmata. La superior flota de la república de San Marcos acabó triunfando en el mar y llevándose (y nunca mejor apuntado) el gato al agua.


El reino de Croacia, unificado y fundado por Tomislav I en 925 perdió su independencia nominal con la muerte del rey Dimitar Zvonimir en 1091. Sin la existencia de un sucesor, su viuda, Helena de Hungría, ofreció el trono a su hermano Ladislao  , rey de Hungría. Una parte de la nobleza croata eligió a su propio rey Petar Svacic. Durante unos años, en los que se produjo la muerte de Ladislao, la coronación de Colomán y la intromisión de Venecia, la situación política en Croacia era confusa e inestable, hasta que en 1097 se produce el choque armado entre húngaros y croatas en la batalla de la montaña Gvozd. El enfrentamiento finalizó con la muerte del aspirante croata y la coronación de Colomán , llamado el Bibliófilo, como rey de Croacia. Desde este momento y a lo largo de ocho siglos Crocia quedó vinculada a Hungría hasta la disolución del Imperio Austro-Húngaro al finalizar la Primera Guerra Mundial.


Los magiares utiizaron las fortalezas, como la de Klis para defender la región. Primeramente de los venecianos que constantemente intentaban someter la costa de Croacia. Tras varios vaivenes (Zara cambió varias vences de manos) a partir de 1420 la República de San Marcos se implantó en la región de forma perdurable. El otro enemigo al que tuvieron que hacer frente eslavos y húngaros unidos fueron los turcos del Imperio Otomano. Ladislao I fundó el obispado de Agram (Zagreb ) y en general los monarcas húngaros patrocinaron la implantación del catolicismo en el país, de forma paralela al crecimiento de la iglesia ortodoxa en la vecina Serbia. El rey de Hungría delegaba en un ban (una especie de virrey) el gobierno de Croacia, que en la práctica funcionaba de forma autónoma y contaba con su propia dieta. Algunos de estos banes, como Belos Bukanovic, pertenecían a la aristocracia eslava.  

sábado, 16 de abril de 2016

IGLESIA DE MATÍAS.



La colina de Buda es el enclave original de Budapest, celebrada su belleza con el apelativo de “Reina del Danubio”. El Bastión de los Pescadores es uno de los grandes atractivos que ofrece la urbe, siempre animado y concurrido. Muy cerca se sitúa la Iglesia de Matías – Matyas templom – el templo católico histórico de Budapest.


La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora – advocación auténtica – fue levantada durante la Baja Edad Media. Fundada en 1255 por Bela IV, los trabajos se prolongaron entre el siglo XIII y XV. Buena parte de la construcción data del reinado de Segismundo de Luxemburgo, aunque ha quedado vinculada con el rey Matías (de ahí el nombre por el que es conocida), que encargó la ampliación del edificio. En 1458 tras su coronación se celebró aquí una multitudinaria Misa de Acción de Gracias.


Durante un tiempo fue el lugar de coronación de los reyes húngaros. En 1309 fue coronado aquí Carlos Roberto de Anjou, primer rey húngaro tras la desaparición de la histórica dinastía de Arpad. Su interior guarda una réplica del Orbe de San Esteban, el Cetro y la Santa Corona, los elementos simbólicos del ceremonial.


También fue coronada en este templo Sissi Emperatriz, que gozó del amor del pueblo húngaro. 


Los muros interiores de las iglesias húngaras aparecen siempre policromados, ofreciendo a los feligreses vívidas imágenes de la historia del país.



Un interminable fresco que se extiende por paredes, bóvedas y cúpulas. Nada que ver con la monotonía de la piedra desnuda de nuestras iglesias.



Los otomanos conquistaron la ciudad y transformaron la iglesia en mezquita. Es por este motivo que muchos elementos originales han desaparecido.


Los avatares de la ciudad pasaron factura a la iglesia que fue reconstruida por los franciscanos en estilo barroco y a finales del siglo XIX vuelta a restaurar siguiendo la moda del momento; el neogótico.


El altar mayor es el corazón espiritual de la iglesia.


Capilla de San Emeric, hijo de San Esteban, al que la muerte le llegó en la incompleta juventud.


En el año 1860 se trasladaron desde la desaparecida basílica de Szekesfehervar los cuerpos del rey Bela III y su esposa Inés de Chatillón.


El ciervo es uno de los animales simbólicos y totémicos de los magiares desde los tiempos en que cabalgaban libremente por las estepas.




Capilla del rey San Ladislao – Szent Laszlo.


Rematando una de las puntiagudas cúpulas el cuervo, símbolo de la poderosa familia Hunyadi, a la que pertenecía el rey Matías.




viernes, 15 de abril de 2016

CASA NATAL DEL REY MATÍAS.



El 23 de febrero de 1443 nació Matias Corvino, hijo del comandante transilvano Janos Hunyadi, que acabó convirtiéndose en rey de Hungría (1458 – 1490). Su ciudad natal Kolozsvar, hoy Cluj Napoca en territorio Rumano, conserva el edificio donde vio la luz del mundo por vez primera.



Se trata de una construcción en estilo gótico de transición al Renacimiento y se considera uno de los elementos arquitectónicos más antiguos de la bella Cluj Napoca.  

sábado, 9 de abril de 2016

STEFAN CEL MARE



Stefan cel Mare – Esteban III de Moldavia “el Grande”, inteligente, astuto, osado y sobradamente preparado, se ha convertido por derecho propio, en una gigantesca figura de la historia de Rumanía. Parques, plazas, calles, monasterios, cuadros, avenidas, colegios, estatuas, monumentos...diseminados por todo el país mantienen vivo su recuerdo. El príncipe Esteban convirtió Moldavia en un poderoso estado, con capacidad suficiente para mantener su independencia.


Cuando su padre, Bogdan II, fue asesinado (algo demasiado común en la época), Esteban, que era poco más que un niño, se refugió en Transilvania bajo la protección del poderoso clan de los Hunyadi, y allí coincidió con otro exiliado con pedigrí, Vlad III. Pronto hicieron buenas migas y juntos se empaparon de los complicados resortes del mundo de la política, los entresijos de la vida cortesana y todo lo que debían saber sobre el mundo marcial. Vlad y Esteban cabalgaron juntos durante interminables horas y vagaron por indescifrables senderos en pos de su destino. Esta fue una amistad fructífera para ambos.


En 1457 Vlad ofreció a Esteban un considerable destacamento con los que poder asaltar Moldavia y convertirse en príncipe con todas las de la ley. Laureado general, consumado militar, vencedor en más de treinta batallas, rodeado de molestos vecinos, defendió con éxito y pundonor su país, deseado por húngaros, polacos y otomanos (y menos mal que aún no habían llegado los rusos). Y con todos se las tuvo tiesas. Interceptó y derrotó al ejército de Matías Corvino que se dirigía a Moldavia con la intención de sentar en el trono a Petru Aron, aniquiló a una peligrosa horda tártara y hacia 1471, invadió Valaquia, le dio una paliza a Radu el Hermoso, secuestró a su mujer y se llevó a su hija, María Voichita, para convertirla en su esposa. El sultán Mehmet II cabreado con lo que le habían hecho a su querido Radu, reclutó un gran ejército y lo lanzó contra Moldavia para castigar la afrenta.


Entonces consiguió Esteban consiguió el mayor éxito de toda su carrera militar. Emboscó a sus hombres en las ciénagas y pantanos que rodean la ciudad de Vaslui, y allí sorprendió al ejército de Mehmet II. La batalla de Vaslui (1475) fue una de las peores derrotas que sufrieron los otomanos frente a las armas cristianas. Este traspiés dejó muy mermado al turco que detuvo por un tiempo su avance sobre Europa Oriental.


A pesar del rotundo éxito, Esteban sabía que el peligro otomano no había sido conjurado, y decidió sustituir la espada por las palabras. Envió misivas relatando la victoria a todos los estados cristianos, incluido el Obispo de Roma, y explicando la necesidad de unir a toda la Cristiandad para poder expulsar a los otomanos de Europa. Reyes y príncipes miraron para otro lado y el papa se limitó a nombrar a Stefan cel Mare, “Campeón de la Cristiandad”. Definitivamente el espíritu de cruzada había muerto.


Por estas fechas, y tras hacer las paces con el rey Matías, Esteban devolvió el favor a Vlad, y le ayudó a recuperar su trono. Aunque el valaco no pudo ni mantenerlo, ni conservar la cabeza sobre los hombros.


Cuando Esteban fue plenamente consciente de su insuficiencia militar, con enemigos por todos lados, volvió a recurrir a la diplomacia, y en 1486 firmó un tratado con el sultán Bayaceto II. La autonomía de Moldavia a cambio de un suculento tributo anual.


A pesar de las guerras y la turbulencia política, el reinado de Esteban fue una época de prosperidad y gran desarrollo cultural. Bajo su mandato se fundaron numerosos monasterios – Putna, Voronet, Moldovita, Sucevita – y mantuvo al clero ortodoxo de los estados ocupados por los turcos, además de proteger los monasterios griegos del Monte Athos. Algunas ciudades moldavas vivieron el mayor esplendor de su historia con Esteban, como la capital Suceava, Radauti o Piatra Neamt, donde se estableció ocasionalmente la corte principesca. Para defender sus fronteras inició una política de reforzamiento de las fortalezas existentes, como la de Tirgu Neamt o la Cetate de Scaun en Suceava.


Esteban murió en Suceava y fue enterrado en el monasterio de Putna, donde descansa eternamente junto a su María Voichita. Fue llorado largamente y convertido en santo por la Iglesia Ortodoxa en el año 1992 (tras la caída del régimen comunista). Si uno no es rumano no puede alcanzar a comprender la dimensión de este personaje, algunos historiadores románticos y nacionalistas, como Nicolae Iorga, han escrito auténticos panegíricos sobre su extraordinaria personalidad, y recientemente (2006) un progama de la televisión pública lanzó una campaña para elegir al personaje más importante de la historia de Rumanía. Votaron miles de espectadores y el vencedor fue Stefan cel Mare.


Prudente cuando tenía que serlo, empleaba el suplicio del palo con el enemigo, diestro con la espada y locuaz con la palabra, y siempre presto para aprovechar la oportunidad, Stefan cel Mare, en sus momentos de ensoñación, se veía a sí mismo dirigiendo una cruzada y recuperando Constantinopla para la Cristiandad.




viernes, 8 de abril de 2016

JUSZTINA SZILAGI, EL GRAN AMOR DE VLAD DRÁCULA.



Perdido en el laberinto de Buda, que atraviesa las entrañas de la colina, me topé con una leyenda que habla del amor entre Drácula y Jusztina Szilagi, su segunda esposa. Al parecer el romance comenzó mucho tiempo antes de que Vlad III – el Drácula histórico – se convirtiera en prisionero del rey húngaro. Desde muy temprana edad Drácula frecuentaba la casa de los Hunyadi, y allí conoció a Jusztina Szilagi, una hermosa prima de Marías, que acudía a la corte para ser educada y medrar en lo posible. Drácula y Jusztina coincidieron muchas veces, las miradas furtivas dieron paso a los besos fogosos, sus corazones se encendieron y los jóvenes se enamoraron perdidamente. Pero no era su momento y sus caminos se separaron.

A pesar de la distancia, y los avatares vitales, el amor entre ellos nunca se apagó del todo, ni siquiera en la complicada época en que Matías, ya convertido en rey, se enemistó con el voivoda valaco. El momento y las circunstacias que rodearon la boda son bastante desconocidas, tan solo una breve referencia a la huída de Jusztina con Vlad, y una ceremonia íntima en un lugar secreto. Después de las nupcias Drácula tomó a su flamante esposa, la montó en su corcel y juntos cabalgaron hasta la fortaleza de Poenari. Allí, apartados del mundo dieron rienda suelta al amor y la pasión. Durante un tiempo fueron felices, pero la guerra irrumpió nuevamente en el hogar de Drácula.

Valaquia había perdido a Hungría como aliada frente a los otomanos, Vlad fue caputurado por los hombres del rey húngaro y encerrado en una fría mazmorra de Buda. Posiblemente en este mismo laberinto donde leí esta leyenda. Con el paso del tiempo las condiciones del cautiverio de Vlad fueron mejorando, y se le trasladó a una confortable casa en Pest. Mientras Vlad era rehén de Matías, su esposa lloraba amargamente su ausencia en la fría soledad de Poenari. Un aciago día recibió Vlad la terrible noticia que dejó su alma ajada. Los turcos habían atacado su castillo y una desesperada Jusztina prefirió lanzarse por la ventana, antes que convertirse en un juguete en manos de los crueles jenízaros. Cuentan los lugareños (o Francis Ford Coppola, eso no lo tengo muy claro), que el río al que cayó Juzstina, pasó a llamarse río Princesa.


Realmente no se cual es el origen de esta leyenda, no exenta de cierta belleza trágica, pero lo que me queda claro es que al igual que ocurre en Rumanía, también en Hungría quieren aprovechar el tirón de la inmortal figura de Vlad Drácula (el hombre y el vampiro).  

lunes, 14 de marzo de 2016

DRAGOSH VODA Y LA CAZA DEL URO



El enorme y poderoso bóvido arremete contra la montura y el jinete. Su fuerte testuz no puede detener el hachazo mortífero de Dragosh. Mircea Eliade me contó esta historia y Rumanía – en la plaza mayor de Campulung Moldovenesc – me la mostró. Aunque ya no quedan uros en Europa. Tampoco vovivodas.

El uro primigenio. El animal totémico. Desde los ignotos confines occidentales hasta la montañosa Moldavia. Dragosh Voda, a través de bosques impenetrables persiguió al uro, lo alcanzó en Campulung – Campo Largo – y le dio muerte. Aquí fundó el principado de Moldavia. Un sacrificio para una fundación, un viejo axioma atávico. Los magiares siguieron al mítico Turul, y los futuros moldavos a un uro.

Las leyendas alimentan el alma de un pueblo, que se identifica con ellas. Se aferran a estas historias en los momentos más complicados, cuando la propia supervivencia (y la identidad misma) está en juego. Cuando la idea de comunidad está a punto de perecer buscamos los orígenes, aquello que nos unifica, y recordamos memorables hazañas que sucedieron en un momento atemporal. Asismismo, identificándonos con un símbolo nos desligamos del molesto vecino. El uro diferencia a moldavos de valacos y transilvanos (y también de los húngaros), tres pequeños estados condenados de entenderse en un época en que aún pastaban uros en el continente.

Las crónicas escritas, imaginadas y redactadas muy a posteriori dicen que Dragosh llegó de Maramures siguiendo a un uro (tal vez un bisonte), atravesó montes y bosques carpáticos, hasta que le dio alcance. Desmontó de su caballo a orillas del río Moldava, y este hecho, fechado en el año 1359, marcó la fundación del principado de Moldavia.